El encargado de prensa de la FIFA no se lo piensa dos veces cuando se le pregunta cuál es la selección europea que recibe más apoyo de sus seguidores: "Inglaterra", responde. Tampoco lo dudan los miembros del comité organizador inglés del Mundial: "Los ingleses --dice Tom-- son los que más viajan con su selección, tengan o no tengan entradas". Según la Federación Inglesa de Fútbol, unos 100.000 ingleses se desplazarán en total a Alemania para apoyar a su equipo y entre 20 y 30 millones de personas (algo así como la mitad del país) vieron por televisión el partido de ayer entre Paraguay e Inglaterra.

Dentro de este marco de forofismo, los seguidores del Millwall FC, un club del sureste de la capital británica, representan el estereotipo del fan violento, el hooligan con tatuajes, banderas de San Jorge y tripa cervecera que todavía hoy domina el imaginario colectivo europeo. Su identificación con el equipo es tan grande que el día en el que se celebró el último partido en el anterior estadio de Den, los seguidores asaltaron el campo, lo destrozaron con las manos y se llevaron pedazos de césped a casa. Fue el 8 de mayo de 1993. En la final de la Copa Federación del 2004 contra el Manchester United, consiguieron desplazar a más de 40.000 seguidores a Cardiff.

La clase trabajadora

"El fútbol siempre ha sido el deporte de la clase trabajadora", afirma Paul Kelso, periodista deportivo del diario The Guardian . "De hecho, la mayoría de los clubs londinenses eran de clase obrera --opina su colega Matt Scott--. Aunque esto ha cambiado en los últimos 10 o 15 años, es cierto que el Millwall, junto con el West Ham, sigue siendo el club de la clase obrera por excelencia".Mark Perryman, profesor universitario y autor del libro Ingerland , considera que el fútbol "se ha alejado de sus orígenes". Y precisa un poco más:

Ingerland "se ha alejado de sus orígenes". "Si antes era algo exclusivo de la clase obrera, ahora el interés por este deporte se ha diversificado, sobre todo desde la Eurocopa del 2000".Entre los nuevos seguidores de la selección, Perryman incluye a "mujeres, familias y personas de color". Es la cara positiva del cambio. ¿La negativa? "Que se ha vuelto demasiado caro, incluso inaccesible para los miembros de la clase obrera". El abono anual del Millwall es de 2.093 euros y el del Arsenal gira en torno a los 3.218 euros. A este dinero hay que añadir desplazamientos para acompañar al equipo cuando juega fuera, camisetas, banderas, gorras, sudaderas, comida, los programas del partido (cuestan 14,6 euros) y las pintas de cerveza.Millwall nació casi a la par que el fútbol en Inglaterra, en 1855, en la isla de los Perros, una lengua de tierra bañada por el Támesis que albergó el puerto de Londres hasta 1982. A finales del siglo XIX, las llamadas

"mujeres, familias y personas de color". "Que se ha vuelto demasiado caro, incluso inaccesible para los miembros de la clase obrera".

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