Quién dijo que el ciclismo era un deporte de niños? Con los 30 un corredor es un chaval que puede llamarse Purito Rodríguez o Alejandro Valverde y con 40, o mejor dicho, a pocas semanas de cumplir los 42, un ciclista como Chris Horner le puede dar por lo que hace unos años a su edad habría sido un imposible; ganar una etapa y liderar la Vuelta para entrar en el libro de los récords al convertirse en el ciclista más veterano no solo en la historia de la ronda española sino también en el Giro y en el Tour capaz de conseguir una gesta de estas características.

Horner, de cuello a pies, es un chico que el 23 de octubre cumplirá 42 años. Porque el pelo es lo que se le ha caído y las arrugas en la cara descubren a un tipo que, ver para creer, se ha propuesto ganar la Vuelta, así, como suena. "Claro que entra en mis objetivos", dijo abiertamente en Televisión Española con acento de turista estadounidense en las costas mediterráneas.

Líder del RadioShack, de los pocos estadounidense que apenas han tenido que ver con Lance Armstrong, a pesar de ser de su misma generación, iniciado muy tarde al ciclismo, un tipo peculiar que durante una etapa de su vida, cuando el ciclismo no le daba para recompensar su cuenta corriente, vivía en una autocaravana, ya ganó la Vuelta al País Vasco con nada menos que 39 años y en el pelotón es conocida su fama tanto de contrarrelojista como de escalador. Un tipo querido ahí dentro.

Aliado a las caídas, hubo una que casi le cuesta la vida. Corría el Tour del 2011, prueba en la que ha conseguido ser top ten, y en los mismos páramos del norte de Francia donde Bradley Wiggins se partió la clavícula, cuando nadie lo creyó al decir que ganaría esa carrera, Horner se fue al suelo y se golpeó la cabeza, lo que le obligó a retirarse.

Quiso volver enseguida a California, un error muy grave. El vuelo de regreso a Estados Unidos casi se convierte en un viaje mortal. Por la altitud, a consecuencia del golpe interno que tenía en la cabeza, se le formó un coágulo de sangre. Tuvo que ser ingresado de urgencia. Se llegó a temer por su vida porque su salud se complicó con una embolia pulmonar. Menuda caída la del Tour de Francia.

EL MIRADOR DE LOBEIRA Horner, este año, volvió a caerse en la Volta y otra vez planeó la retirada que él se niega a contemplar porque ayer en el Mirador de Lobeira arrancó con furia, unos instantes antes de que Alejandro Valverde y Purito Rodríguez aceleraran en su empeño por arañar segundos a Vincenzo Nibali, su gran oponente en la lucha por el triunfo final. La pareja española ya no tuvo tiempo para reaccionar. No lo capturaron. Levantó los brazos y entró en la historia, feliz por sentirse líder de una carrera que, además, quiere ganar. Como suena.

Por detrás bonificaron Valverde y Purito (seis y cuatro segundos), apenas nada, pero un tiempo con mensaje a Nibali. Puede ser el vencedor del Giro de Italia, proponerse ganar la ronda española por segunda vez, pero con tantas cuestas (hoy otra y de camino el terrorífico ascenso al Mirador de Ezaro, donde hace un año Purito le sacó los colores a Contador) deberá sudar ante la experiencia en el terreno de la pareja española y animadores de la Vuelta.