Los Reyes Magos ya se han pasado por la casa de Carlos Daniel Dorado. De regaló le han dejado un gol, el que marcó el pasado domingo al Racing Valverdeño, el primero que consigue defendiendo la camiseta del Cacereño. Y, además, llevaba puesto el brazalete de capitán. «Un lujo», dice el central, «mejor cierre de año no puedo tener», añade con entusiasmo.

Orgulloso de defender los colores del Cacereño, Carlos Daniel se ha asentado en el eje de la zaga. Solo tiene 20 años y mucho futuro por delante, pero sus actuaciones son de veterano. «Estoy jugando más de lo que esperaba», reconoce con humildad. «Cuando uno juega junto a futbolistas mayores, con tanta experiencia, aunque juegues no te lo terminas de creer totalmente». Tiene toda la confianza de Julio Cobos y ha jugado todo salvo la primera parte del duelo de la primera jornada y cinco minutos del encuentro de la sexta. «Para mí, jugar cada partido es un premio».

Aficionado al Cacereño desde pequeño («fui socio, en la época de Checa y Santi Amaro iba al fútbol con mi padre»), jugó dos temporadas de verde siendo alevín y acabó su etapa de formación en el juvenil del Diocesano, en División de Honor. De ahí se fue al Deportivo (al juvenil), una experiencia que no salió del todo bien, aunque vista en perspectiva la cataloga de «positiva». «A nivel futbolístico no cumplí mis objetivos, pero me enriqueció, me sirvió para coger fuerza y afrontar con más ganas lo siguiente».

Y lo siguiente fue su llegada al Cacereño, donde ya empezó con fuerza y disfrutó de muchos minutos. «De la temporada pasada a esta he crecido mucho. Y me queda mucho por crecer», añade. No se pone metas, «ni por arriba ni por abajo», dice volviendo a tirar de la máxima humildad.

Su gol del domingo, el primero en «3 o 4 años», los disfrutó él y todos los que le aprecian. «Son muchos los familiares, amigos y compañeros de otros años, de otros clubs, que me han llamado o me han escrito. Es muy raro que en mi posición (central) se meta un gol y mucha gente sabía que necesitaba un chute de energía así».

La también ha sido mucha la alegría de un vestuario que ha recuperado la alegría, la confianza. Han cerrado el año con tres victorias seguidas y ya piensan en la vuelta, en el duelo del 10 de enero contra el Diocesano. En medio, unos días de descanso para recargar las pilas, «intentar no perder el ritmo», y volver con más fuerza para conseguir un objetivo que Carlos Daniel tiene muy claro de alcanzar. «Hay una gran plantilla para conseguir el ascenso, vamos a trabajar para seguir así y conseguirlo».