Hasta hace unos días, Bryson DeChambeau (Modesto, California, 1993) no pasaba de ser un talentoso pero algo excéntrico jugador, tocado con una gorra a lo Payne Stewart, y conocido en el circuito estadounidense por todos como El científico por su obsesión de medir y calcular todos los aspectos que entran en juego en un campo de golf, fruto de una de sus principales pasiones, la ciencia (está licenciado en Física por la Souther Methodist University).

A muchos incluso les sonó a una excentricidad más el cambio físico sufrido desde este invierno, un aumento espectacular de volumen y musculatura, el asegura que no son más de nueve (en torno a los 110 kilos para su 1,85 de estatura ) para ganar pegada y distancia en el campo a base de una dieta alta en proteínas y mucho trabajo en el gimnasio.

Pero este fin de semana, DeChambeau se ha convertido en el nombre que ha corrido de boca en boca en el deporte mundial con su victoria en la 120 edición del Abierto de Estados Unidos de golf y levantar su primer título de Grand Slam, en el exigente campo de Wingeed Foot, en Nueva York, donde fue el único jugador que consiguió acabar bajo el par (-6) tras una última vuelta de 67 golpes, que le permitió anular los dos de desventaja con los que inició el día respecto al jovencísimo Matthew Wolff, de 21 años. Tanto Jon Rahm como Rafa Cabrera acabaron empatados en un discreta 23 plaza.

Transformación espectacular

Su cambio físico le ha permitido ganar muchísima potencia en sus drives como demostró en la última jornada, yéndose a a 325 yardas (casi 300 metros), un récord absoluto en el Open de EEUU y le permite encabezar los ránkings de distancia en el PGA Tour con más de 20 metros de margen sobre jugadores como Brooks Koepka o Rory McIlroy y ha abierto ya el debate en EEUU si no nos encontramos ante un nueva era, que cambiará el deporte como hizo en su día la aparición de Tiger Woods.

De su etapa como amateur destaca que es uno de los cinco jugadores de la historia en conquistar el título universitario de la NCAA y el del US Open el mismo año, y desde que dio el salto al profesionalismo, en el 2016, había conseguido sumar siete victorias en el circuito estadounidense y dos más en Europa, lo que hacía intuir su tremendo potencial. La mayor felicidad es que el trabajo enorme que hemos puesto en esto, tanto yo mismo como todo mi equipo, ha servido, funciona, y que me demuestra que tengo el golf para ganar en este tipo de escenarios y en estos torneos, afirma.

Obsesionado por detalles técnicos impensables hasta ahora en el golf, como conocer la densidad del aire, no era raro verle preparándose en las vueltas de entrenamientos de los torneo con todo tipo de artilugios para controlar la humedad, la velocidad de los green, o valorar incluso el grado de rebote de las banderas, para saber si era conveniente apoyarse en ellas al golpear o es mejor quitarlas. Esta semana he pateado muy bien y en gran parte ha sido gracias a los números, a ese dispositivo. La ciencia me ayuda a validar lo que siento y lo que veo. Me reafirma y me da seguridad Si doy un putt de 12 metros y la máquina me dice que la bola debe llevar una velocidad de 10,1 millas por hora, es un dato que ayuda a mi cerebro a estar más seguro en momentos de presión, explicó tras su victoria.

Dieta rica en proteínas

Integrante de una generación única, que aún no ha llegado a la treintena, de la que forman parte Justin Thomas o Jordan Spieth, de Bryson DeChambeau se cuenta que cuenta con un coeficiente intelectual de superdotado, y a pesar de ser diestro, a base de perseverencia (como todo lo que hace) es capaz de firmar autógrafos con su mano izquierda y de hacerlo de derecha a izquierda.

Su preparador físico, Greg Roskopf explica que ganar potencia, pero mantener la misma flexibilidad de un golfista es lo que le ha permitido ganar entre 15 y 20 metros de distancia de la temporada pasada a esta y él mismo desveló, en un reciente torneo en EEUU, que su dieta se basa en consumir entre 3.000 y 3.500 calorías que consiste en un desayuno con cuatro huevos, cinco lonchas de bacon, algunas tostadas y un par de batidos de proteínas. Luego durante el día, además de dos o tres barritas energéticas, y un sandwich de mantequilla y mermelada y dos o tres batidos más durante la roda de entrenamiento. Estoy rodeado de los mejores especialistas en preparación física, nutrición y salud. Todo lo hago bajo su supervisión. Me gustaría que quedara clara una cosa: quiero vivir muchos años y hacerlo de la manera más saludable posible.