Especialista en

Derecho Deportivo

Me gustaría discernir, en principio, el deporte profesional del deporte de élite, ya que en Extremadura existe deporte de élite que no es profesional, y que goza de buena salud, justamente lo contrario que el de masas, que es el realmente profesional.

En el principio de la década de los 90, todo era ilusión y ganas de compartir y disfrutar de las grandes competiciones. La Junta hizo un esfuerzo, dotando de las instalaciones necesarias a nuestros clubs, con la construcción de los campos de fútbol de Mérida y Almendralejo, así como el de Badajoz, y posteriormente el pabellón multiusos de Cáceres.

Tras el trayecto que ha supuesto esta década, vemos cómo estas instalaciones están o pueden estar vacías en poco tiempo. Analizar las causas de ello es complejo, aunque pudiera ser fácil si adoptamos la actitud de echar balones fuera . No debemos de hacerlo, ya que debemos aprender de los errores cometidos por todos.

En primer lugar, muchos entendimos o entienden que el deporte de masas lo deben sufragar las instituciones públicas. Craso error. El ejemplo lo tenemos en la actualidad. Está claro que las instituciones, a su entender, han ayudado, aunque pudiera parecer insuficiente y existe más deporte que el profesional, que es donde las instituciones públicas parece que dirigen sus esfuerzos.

Es evidente, por otro lado, que el tejido empresarial no se ha comprometido en exceso en la tarea. Habría que analizar las causas cuando hoy todas las grandes marcas buscan fidelizar su imagen a través del deporte.

¿Por qué no ha ocurrido esto aquí? En primer lugar, creo que no se han creado las estructuras profesionales que las sociedades anónimas deportivas necesitan y que pudieran haber rentabilizado la gran proyección social que tiene el deporte profesional y las ilusiones que en concreto los extremeños teníamos depositadas en nuestros equipos.

Es obvio que partíamos con un hándicap muy importante con respecto a los demás: carecemos de una televisión que proyecte y ayude a rentabilizar la aportación privada que el tejido empresarial extremeño pudiera haber realizado durante estos años. Hoy día los recursos para mantener el deporte profesional no vienen de las aportaciones de los socios ni de las taquillas, sino de la explotación comercial. Ahí hemos fallado. La inminente aparición, como parece ser, de una televisión en Extremadura me hace ser optimista de cara al futuro.

Por otro lado, una comunidad como la nuestra, con un tejido empresarial o industrial en desarrollo, necesita para la supervivencia del deporte profesional de medidas indirectas que hagan posible la posterior aportación privada. Y en este caso quiero destacar el impuesto sobre el beneficio bancario que, en el caso de que definitivamente prosperase, pudiera servir, siempre y cuando nuestros clubs sepan ofrecer buenos productos y servicios, como una fuente de financiación importantísima para el futuro de nuestro deporte profesional.

Por último, sería necesario una mayor implicación de los aficionados en cuanto a entender la dificultad no tanto de llegar, sino de permanecer en la élite del deporte profesional, debiendo comprometernos a ser constantes en el apoyo a nuestros clubs.