30 partidos oficiales este año en el banquillo (contando la Copa, 12 victorias, 10 empates y 8 derrotas), buenas sensaciones, notables números. Julio Cobos, técnico del Cacereño, no es un hombre de contabilizar estadísticas, pero tampoco las rehúye. "Sí puedo decir que, como jugador, he estado 14 años en Segunda División B y dos en Segunda A con el Xerez, además de los de Tercera", resume con ciertas dificultades.

"Estoy muy contento, aunque siempre digo que lo importante es el futbolista, no el entrenador", dice a modo de primera reflexión sobre su primera aparición seria en un banquillo. En los años anteriores, suplió un par de veces a José Luis Montes y otras tantas a Pedro Pablo Braojos, en ambos casos por sanciones. "El que tiene la presión es el primer entrenador, está claro".

"Mi sueño, como cuando era futbolista, es llegar al máximo". Cobos no logró llegar a Primera, pese a militar en el Sevilla Atlético de las temporadas 1990 a 1993. Ahora sueña con hacerlo, aunque de momento "no me fijo en eso, la verdad, y yo lo que estoy haciendo ahora es aprender, aprender todo lo que pueda".

"Lo mejor está por llegar", afirma el de Valdehornillos. Pese a haber pasado una experiencia excepcional en la Copa del Rey (tres triunfos ante Villarrobledo, Lucena y Málaga y una derrota ante el equipo de Primera, al que casi eliminan los verdes), asegura el técnico del Cacereño que lo que resta de campeonato va a ser muy emocionante y que espera "grandes cosas". Discurso con tinte enigmático que se sale del habitual del "partido a partido" tan clásico en él y en otros muchos entrenadores.

"¿Muy solos? Quizá sí, porque nuestra responsabilidad es máxima", abunda sobre la figura del primer entrenador, que este año estrena "con la máxima ilusión", casi del que empieza una carrera y faceta profesional en un club de cierto peso.

El domingo, ante el Betis B, otro reto. Gonzalo y Toni, tocados ante el Villanovense, ya están recuperados. Amaro ya entrena y "podrá al menos ir citado", no así Ferrer, aún lesionado. Medina habrá de esperar. Es la vida del técnico, pendiente de esos detalles y del próximo rival. Pendiente de todo.