Estaba el partido más que controlado para el París SG con el gol de Kurzawa (m. 65) al Montpellier. Era el 5-0. Entonces, a Thomas Tuchel se le ocurrió ejercer de entrenador y pensar en el futuro, sobre todo en la Champions, cuando tres minutos más tarde (m. 68) ordenó el cambio de Kylian Mbappé para que entrara Icardi. No sabía entonces el alemán que era el origen de otra tormenta entre la estrella y un técnico que debe ir con extremo cuidado para no herir sensibilidades.

Mbappé se enfadó. Y se enfadó mucho. Y quiso, además, que lo supieran todos, especialmente Tuchel. No tiene partido tranquilo el entrenador del PSG. Cuando no es Neymar, es Mbappé, con quien ha tenido ya hasta tres incidentes verbales, dolido como anda el delantero francés porque no le deja engordar su cuenta de goles.

"Yo soy el entrenador, alguien debe decidir", exclamó después Tuchel, mientras su imagen de autoridad volvía a quedar erosionada. En el Madrid, entretanto, cada gesto de desencuentro entre estrella y técnico es celebrado como un día menos para que Mbappé termine vestido de blanco en el Bernabéu. El delantero dio un like a la foto que colgó Benzema tras marcar el gol que le daba el triunfo al equipo de Zidane sobre el Atlético. Cada pelea de Tuchel es un argumento más para disparar la esperanza madridista.

"ESTO NO ES TENIS"

"No son buenas imágenes, pero esto no solo pasa aquí. Yo ya lo he vivido en el Dortmund", argumentó Tuchel, quien dijo que no estaba enfadado (aunque por sus gestos en el campo cuando intentaba explicarle al jugador sus razones era todo lo contrario), "pero no es necesario".

Quiso el técnico recordar que era una cuestión de respeto: "No jugamos a tenis, jugamos a fútbol. Debe haber respeto para todo el mundo". Pero Mbappé, como crack mundial que es, quiere tal rango. Y no que lo cambien cuando diga el entrenador.