Hoy bien podía haber comparecido en estas páginas para hablaros de mi segundo libro, Historias del Mérida. 19+12 relatos de su década dorada. El coronavirus lo impidió y debí aplazar la presentación hasta el viernes 17 de julio. Mi deseo era hacer coincidir dicho momento con el vigésimo quinto aniversario del primer ascenso del CP Mérida SAD a Primera División. No fue posible. Lo siento, sobre todo, por la legión de aficionados emeritenses que está deseando tenerlo en sus manos. Ya queda menos.

Hace cinco años, en un artículo similar al de hoy, escribí que dos años en Primera «dejan recuerdos y anécdotas que dan para un libro. Un compromiso por mi parte para las generaciones presentes y futuras». Aquella promesa, plasmada en EL PERIÓDICO EXTREMADURA, ya es una realidad.

A muchos jóvenes emeritenses, como a mi hijo Alejandro, les costaba creer que el Mérida hubiera jugado en Primera División. A medida que sigan pasando los años, es muy probable que a los jóvenes cada vez les cueste más creerlo. Por suerte, siempre habrá periódicos, revistas, libros, vídeos y sonidos radiofónicos para dar fe de que aquella gesta existió.

Más importantes que los dos ascensos a Primera del Mérida, en mi opinión, fue el de 1991 a Segunda tras ganar 0-1 a Osasuna Promesas en Tajonar con el recordado gol de Ricardo en el último minuto y de penalti. Aquel ascenso supuso un salto cualitativo para un club que, hasta entonces, había militado tres temporadas en Segunda B, 37 en Tercera y el resto en categoría regional.

No obstante, tampoco hay que olvidar el conseguido en 1989 a Segunda B tras ganar 2-0 al Coria en el Municipal con tantos de Eduardo Pla y Chovi. Una plantilla formada por numerosos jugadores nacidos en la región y en la propia ciudad: Juanín, Ortiz, Joselito, Manchón, Portu, Pepe Pla, Chovi, Contreras, Eduardo Pla, Marín, Gori, Carmona… Ellos fueron el embrión de un equipo que, seis años después, acabaría con el Mérida en Primera.

Antes de llegar a la máxima categoría, el Mérida debió batirse el cobre durante cuatro temporadas en Segunda. La primera fue ilusionante. Por la novedad que suponía jugar en la división de plata y porque el equipo casi siempre miró hacia arriba con descaro. De ahí que, tras once partidos, Pepe Fouto decidiera destituir a Eduardo Caturla para traer a Juanito. Sus números parciales eran de puesto de promoción de ascenso. Una pena su trágico final.

Tras dos temporadas navegando en el centro de la tabla, el Mérida llegó a la 94-95 con la máxima ambición. Al frente del equipo colocó a Sergio Kresic. Bajo mi punto de vista, el mejor entrenador del club emeritense en toda su historia. El técnico croata construyó un equipo sólido en defensa, que supo formar un cóctel perfecto mezclando experiencia y veteranía. Tras lograr el campeonato de invierno en Lleida (0-1/Reyes), Fouto apuntaló el equipo en el mercado invernal con tres refuerzos notables: Galyamin, Monreal y, sobre todo, Benítez. La dupla del paraguayo con Juanma Prieto fue letal.

Sin embargo, el gol que certificó el ascenso a Primera en Eibar fue conseguido por Crescencio Cuéllar. El Mérida y el delantero navarro pasaron a la historia con letras doradas para el fútbol extremeño.

Mi profesión me permitió estar en el por entonces vetusto estadio armero para contar aquella gesta a través de los micrófonos de Cope Mérida. 25 años después, a modo de recuerdos, son muchos los que tengo grabados a fuego en mi memoria, pero me quedo con la afición del Eibar aplaudiendo al Mérida tras el pitido final y eso que su equipo aún peleaba por el ascenso, la celebración de los futbolistas en el césped y en el vestuario y después en el hotel Ercilla de Bilbao, la festiva escala para almorzar a las afueras de Trujillo, el viaje en el autocar del equipo de Trujillo a Mérida con la inolvidable caravana por la carretera, los emeritenses echándose a las calles de la ciudad para recibir al equipo y el hornito de la mártir Santa Eulalia y la plaza de España colapsadas. Un privilegio haber podido vivir aquello para contarlo tanto entonces como todavía hoy.

99 días después, llegó el esperado estreno en Primera ante el Real Betis. Más tarde visitarían Mérida, por dos ocasiones, los más grandes: Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid y Athletic de Bilbao. Los tres primeros visitaron el Municipal emeritense una tercera vez durante aquella década dorada, pues se midieron al conjunto romano en la Copa del Rey.

Aquellos dos años en Primera, con otro ascenso a la máxima categoría entre ambos, pasaron rápido. Muy rápido. Después, tras dos temporadas más en Segunda, el Mérida hizo crack. Mérida y Extremadura vivieron un sueño en Primera durante cuatro años, dos con el CP Mérida y otros dos con el CF Extremadura. El sueño fue muy bonito mientras duró, pero la realidad es que la Primera está muy por encima de las posibilidades de nuestra región.

Acabo como empecé. Hoy debía comparecer por aquí para hablaros de mi segundo libro, Historias del Mérida. 19+12 relatos de su década dorada. Con permiso de José María Ortiz, volvemos a encontrarnos en estas páginas el viernes 17 de julio para ofreceros más detalles de mi segunda obra.