"Cesc, c'est fini", debió de mascullar ayer Arsene Wenger. Ni los 40 millones de euros consolaban al técnico francés. Tres años después se había terminado el culebrón, la soap opera británica en la que el interpretaba a la malvada institutriz que se interponía entre un chico de Arenys de Mar y el equipo de su corazón. Los caminos de Cesc Fàbregas y Pep Guardiola se vuelven a encontrar una década después unidos otra vez por la camiseta azulgrana con el número 4.

"Tengo un regalo para ti", le dijo a un alicaído Cesc Rodolf Borrell. Técnico de las categorías inferiores azulgranas durante 14 años, habló a Pep de un cadete genial que le idolatraba y que estaba pasando por un mal momento. "Algún día llegarás a ser el 4 del Barça" rezaba la dedicatoria de la camiseta.

La perseverancia de Guardiola habrá conseguido, después de tres veranos de disputas, que ese vaticinio se convierta en realidad. Cesc (24 años) es el eslabón perdido en la cadena de genios surgidos de la Masia que formaban Xavi (31), Iniesta (27) y Thiago (21). Con él, el técnico tendrá un comodín en las cuatro posiciones del centro del campo. Puede suplir a Busquets, en la posición de mediocentro. Aunque Xavi solo hay uno el capitán gunner es, además, lo más parecido que hay en el mercado. Además de como mediocentro y como interior, por su verticalidad puede jugar de enganche o falso delantero y, como Messi, caer hasta el medio campo para recibir y, desde la conducción, romper una y dos líneas de presión.