En la jornada de descanso del Tour poca gente es la que reposa. Y por supuesto no lo hacen los ciclistas que deben entrenar por espacio de entre hora y media y dos horas, aunque a una velocidad más pausada que en competición, sin tanto riesgo a las caídas y en un espacio de tiempo mucho menor. La ronda francesa ha descansado pensando ya en los Pirineos que comienzan el jueves --demasiado tarde llega este año la alta montaña-- y con la intención de sanar todos de las caídas producidas en unos primeros días frenéticos y de auténticos locos. Alberto Contador, que defiende título y aspira a una cuarta victoria en París, no ha sido la excepción. El corredor madrileño se encuentra muy mejorado del golpe que se dio con el cuadro de la bici cuando se precipitó al suelo el pasado domingo, en la etapa más accidentada de la grande boucle. El ciclista, que todavía sigue preocupado por la dolencia, se encuentra optimista al reto de comenzar a recuperar tiempo en la anhelada cita con los Pirineos. Contador ha reconocido que todavía no ha podido adivinar el estado físico de sus principales contrincantes, porque, a pesar de las caídas, "no ha sucedido gran cosa en estos primeros días de Tour". "Hasta que no lleguen los Pirineos --ha añadido-- mis rivales son una incógnita. Ahora afrontamos todos una carrera diferente". Sin embargo, Contador sí respira optimismo ahora que el Tour comienza a entrar en la fase decisiva y por lo tanto se presume que disminuirá el riesgo de caídas. "Creo que en los Pirineos voy a estar en muy buenas condiciones. Restar un minuto y medio es muy complicado pero al menos he notado que el Giro no me está pasando factura. Si me preguntan cuándo voy a atacar solo puedo responder que dependerá de como note mis condiciones. Pero hay otros corredores, como los hermanos Schleck, que también se tienen que mover".