Muchos se preguntarán si el jersey amarillo quema. Pues la verdad es que, seguramente, no solo no arde, sino que entusiasma lucirlo por las carreteras de un Tour que hoy regresa a su patria de nacimiento. Y muchos también querrán saber quién deseaba ayer conquistar tan preciada prenda ciclista. Pero lo real y verdadero es que hoy el maillot que identifica al primer clasificado de la ronda francesa lo exhibirá el ciclista italiano Rinaldo Nocentini, del AG2R francés.

Queda por saber y esta es la gran emoción de la segunda etapa pirenaica, sin final en alto pero con dos puertos de primera (Envalira y Agnès) y uno de segunda (el col de Port), si el modesto dorsal 87 del Tour no pagará el esfuerzo de ayer en la escapada consentida y será capaz de mantenerlo al menos hasta mañana, cuando aparezcan las poderosas rampas del Tourmalet.

En algunas ocasiones va bien permitir que las fugas respiren, que tomen aire, sobre todo cuando el viento sopla de cara, como ayer en Andorra, lo que dificulta un ataque en solitario con muchos kilómetros por delante. Pero a veces también, y esto es lo que sucedió en Arcalís, pequeños errores de cálculo sirven para que ciclistas de reparto obtengan victorias de etapa (en Andorra triunfó el corredor francés Brice Feillu) o un jersey amarillo, en el caso de Nocentini.

TODOS A RUEDA Porque ayer, el conjunto Astana fue el chófer del pelotón. Ellos delante y todos a rueda. La fuga consentida con muchos minutos y los corredores de Bruyneel llevando el ritmo del pelotón con cinco currantes y cuatro estrellas, cuatro ciclistas que podrían liderar cualquier otro equipo. Bruyneel ayer quería conquistar el jersey amarillo. Seguramente, al técnico belga le daba igual llevarlo con Armstrong, que fue líder virtual del Tour tras el hundimiento de Fabian Cancellara, o de Contador, que atacó en los últimos dos kilómetros y que hizo creer a propios y extraños que había conquistado el liderato, porque nadie prestó atención a Nocentini, que atravesó la meta en cuarta posición.

"Id todos juntos y hablad entre vosotros". Contador posiblemente nada tenía que decirle a Armstrong. Por eso, tras lanzar Evans un cohete de los suyos, el madrileño decidió pasar a la ofensiva. Armstrong no pudo seguirlo, porque de haber tenido fuerzas se habría marchado con su joven compañero --quizá rival--. Y Contador terminó por recuperar los segundos que perdió el lunes en la polémica acción del Astana, cuando Bruyneel dio la orden de tirar a los fugados, entre los que iba Armstrong, cuando el español se había cortado por el viento.

"El ataque de Contador me ha sorprendido --indicó Armstrong aparentemente no enfadado--. No era lo que estaba previsto. Para mí no ha sido un día excepcional". "Me sentía con buenas sensaciones y por eso decidí atacar. Quería conseguir alguna diferencia. No llevar el maillot amarillo seguramente me beneficia". Ellos son la pareja de moda.