Alberto Contador tiene al Tour desconcertado. ¿Cómo está el tricampeón? Nadie se fía de un ciclista que ha ganado tres veces la ronda francesa y que da la impresión, como si se tratase de un jugador de póker, de que está escondiendo las cartas. Posiblemente, sus rivales más fuertes, Andy y Frank Schleck, tan buenos ciclistas como pésimos estrategas, perdieron el jueves en Luz Ardiden la ocasión de ganar la grande boucle y eliminar al gran favorito, que afrontaba la primera jornada pirenaica lesionado y mermado de fuerzas. Ayer, en el Plateau de Beille, Contador comenzó a coger la onda de ese ciclista que convirtió la cumbre pirenaica en un santuario dedicado a su figura con miles de seguidores.

El ciclismo de hoy es un deporte que se corre con las fuerzas más igualadas y con un poder de recuperación tras cada etapa mucho menor que en épocas precedentes. Por eso, también es un ciclismo en el que predomina el miedo y en el que los favoritos parecen correr con el freno de mano activado. Si no se sienten lo suficientemente fuertes, como le pasó ayer a Contador en la ascensión al Plateau de Beille, mejor quedarme como estoy. Otra posibilidad que no debe desestimarse, es que el corredor de Pinto esté tratando de jugar al despiste debido al tremendo golpe que se llevó en la rodilla derecha en la caída del pasado domingo y a unas baterías que aún no están lo suficientemente cargadas.

EL UNICO QUE ATACA Al margen de las incógnitas sobre Contador, en el Plateau de Beille quedaron claras bastantes cosas. La principal es que Samuel Sánchez es, en estos momentos, el favorito que mejor escala las montañas y el más fuerte del Tour. Por esta razón, el campeón olímpico tiene también todas las opciones para pelear por la victoria final. Si Sastre ganó el Tour del 2008, ¿por qué no puede ganarlo Samuel Sánchez? El líder del Euskaltel fue el único aspirante que atacó de verdad (a cuatro kilómetros de meta) y el único que cuando demarró se marchó solo. A diferencia de lo que sucedió en Luz Ardiden, ayer a Samu no le permitieron fugarse. Más bien sucedió que nadie pudo seguirlo. Solo Contador estaba advertido de las intenciones de su amigo asturiano.

En el Plateau de Beille, donde Andy Schleck ascendió más preocupado de Contador (siempre miraba hacia atrás; de ahí el desconcierto alrededor del tricampeón) que de fomentar un demarraje con cara y ojos, predominó el miedo general. Hay pánico.

Evans superó los Pirineos y seguramente hará igual en los Alpes con una calculadora en la cabeza. A él ya le va bien la situación de igualdad en la general porque sabe que si nadie pone el Tour patas arriba en la cordillera alpina es el mejor en la contrarreloj del sábado en Grenoble.