Cuando un equipo gana una etapa, y gracias a la victoria se viste de amarillo, todo son besos y abrazos en el autobús de la escuadra y sus alrededores. Gritos de júbilo y una felicidad tremenda. Pero cuando el triunfo conlleva caras largas y felicitaciones forzadas entre unos y otros es que pasa algo, un 'no vamos bien', un equipo tirando por el triunfo de Peter Sagan, mientras el líder del conjunto, el que lleva el número uno (símbolo del liderato), sufre y se queda por detrás. "Lo importante era la victoria de etapa y el jersey amarillo", cita de Roman Kreuziger, el ciclista checo del Tinkoff, que habla mientras hace rodillo, la bici que se convierte en estática y con el ejercicio se recuperan las piernas.

OTRA CAIDA MAS Alberto Contador se volvió a caer. Malo. Horrible. Cruel y horroroso, un Tour absolutamente cruzado y negativo con solo dos etapas disputadas, hasta el punto de que cuesta vislumbrar cómo recuperar ahora los 48 segundos perdidos ayer, mientras un sector del Tinkoff tiraba para que Sagan ganase la etapa y el ciclista madrileño se descolgaba poco a poco.

"Duelen más las heridas que los segundos perdidos", afirma Contador en la llegada. Y duele la estrategia, la preparación, la forma de enfocar el Tour por parte de los mentores del Tinkoff. Se dirá que es una locura criticar a un equipo cuando ha ganado una etapa y una de sus estrellas, que además es campeón del mundo, se ha vestido de amarillo.

CARAS LARGAS Posiblemente lo sea; pero las caras largas en el entorno de Contador, sus fieles, los que lo arropan, los que lo animan, los que por la mañana le dijeron que si se caía ocho veces se levantaría una novena, que si no había dormido bien por las heridas del sábado, la noche siguiente sería más plácida, nada entienden, nada comprenden. A Contador se le había podido comenzar a escapar la victoria en el Tour y parte del bus del Tinkoff sonreía y se fotografiaba con el león de peluche con el que la ronda francesa recompensa al líder de la prueba.

ASI FUE LA CAIDA "Se soltó las manos de la bici Tony Martin y Alberto se lo tragó", cuentan en el Tinkoff. El ciclista alemán, tres veces campeón del mundo de contrarreloj, provocó una caída tras 60 kilómetros de etapa y arrastró a Contador, y también a Angel Vicioso, a Romain Bardet, a unos cuantos- y otra vez el corredor madrileño se llevó la peor parte. Si el sábado fue el hombro izquierdo esta vez el daño se lo llevó el derecho.

Sabían en el Tinkoff que Contador, que no podía agarrar bien la bici en la explosiva cota de La Glacerie, en Cherburgo, en la costa normanda, difícilmente aguantaría el ritmo granuja del pelotón. Y ahí se quedó, mientras el Tinkoff, con ataques y todo, se olvidaba de él y se mentalizaba para que Sagan se vistiera de amarillo por primera vez en el Tour.

Venir a la ronda francesa con dos purasangres conlleva que pasen estas cosas, sobre todo cuando los objetivos de ambos son totalmente distintos. Sagan es una estrella, un ciclista cargado de un futuro extraordinario, capaz de muchas cosas, pero ni por asombro puede imaginar que ganará el Tour o que al menos lo intentará ante Chris Froome, Nairo Quintana o Vincenzo Nibali.

RECUPERARSE Contador, ahora, debe pensar en lo más importante, que es recuperarse. Y en el Tour. "Como si fuera fácil", lamenta su entorno. Al menos dispone de dos etapas más sencillas de afrontar, hoy y mañana, con llegadas destinadas a velocistas en Angers y Limoges. ¡Y sol! No hay heridas que necesiten una profunda revisión médica, pero sí golpes en los hombros, la cadera, la pierna... y también dolor en la cabeza. Y en el corazón.