El Tour del 2010 pasará a la historia como el de los gestos, el buen rollo y el fair play. Después de 3.487 kilómetros, que se han rodado en armonía, camaradería y amistad, Alberto Contador y Andy Schleck, los dos dominadores, los dos ciclistas que pueden mover los hilos de la ronda francesa como les dé la gana, solo se encuentran separados por ocho segundos y en apenas 52 kilómetros deben jugarse la suerte de la carrera y de un año de preparación. Contador es el favorito, por lo que hay que estar tranquilos.

Es una gozada que tras 18 etapas y un prólogo, después de librarse batallas en los Alpes y los Pirineos la única polémica sea si hay que pararse o no cuando alguien se cae o rompe la bici. ¿Es el nuevo ciclismo? ¿El de lanzar la pelota fuera si se lesiona el contrario? ¿O como dice Sastre es el deporte que domina una "patraña de niñatos"? "Yo no quiero entrar en polémicas. Cada uno es libre de hacer lo que quiera, aunque no comparto esta definición". Es la palabra de Contador, que confía hoy en utilizar el comodín que llevaba escondido bajo las mangas del maillot todo el Tour. "Me planteé la contrarreloj final --dijo ayer-- con una carta en la manga. Sé que es una etapa más de fuerza que de especialistas, por lo que habrá que sufrir".

EL RETRATO DE 1998 Por eso, mejor que la carrera del 2010 se recuerde como la de los gestos y no como el Tour de 1998, que quedó retratado como el del dopaje, con detenciones, registros policiales, plante de corredores y equipos que se negaban a llegar a París. A Contador se le critica. Unas veces por atacar cuando el rival ha averiado la bici. Otras, por dejarle ganar o por ponerse de acuerdo en parar el pelotón. ¡Y qué más da! A Miguel Induráin también se le censuró su generosidad, como a Lance Armstrong su voracidad. Y el día que al tejano le dio por regalar a Marco Pantani el triunfo en el Mont Ventoux, el italiano se lo tomó como una humillación. ¡Vivan estas polémicas y no la porquería del dopaje!

Porque hoy espera una contrarreloj de cine donde nadie se parará, llámese como se llame si el rival pincha o se le desmonta la bici. En 1993, en el lago de Madine, Induráin volaba en la contrarreloj. Su hermano Pruden estaba a punto de quedar fuera de control. Miguel pinchó. La avería salvó a Pruden. Lejos de alegrarse, Miguel mostró su enojo por los segundos perdidos con el incidente.

"Sé que no puedo perder en una hora de competición el trabajo de todo un año. Por eso, debo mantener la tranquilidad". Contador es el favorito. Lo sabe. Jamás ha cedido tiempo en esta especialidad con Schleck. Y en esta espera cinematográfica cuyo estreno es hoy, ayer se apuntaron al Tour Tom Cruise y Cameron Díaz para ver el triunfo de película de Mark Cavendish en la meca de los velocistas, la ciudad de Burdeos. Hoy lo que cuenta para ganar es la concentración y la fuerza. Que no se les averíen las bicis. Y que hagan lo que quieran. Son los dos reyes del Tour y del ciclismo mundial.