Las cosas que duelen, instruyen. No voy a atribuirme esta frase, pues pertenece a Benjamin Franklin, un hombre sin duda más sabio que yo. Sí me gustaría centrarme en su significado, el cual creo que encaja como anillo al dedo ante esta situación tan anómala que hemos afrontado en los últimos meses.

El baloncesto de Cáceres (y el de gran parte del planeta), se ha visto de la noche a la mañana detenido por algo que no entraba en los planes de nadie al inicio de la temporada. No me gustaría centrarme en la labor que estaban realizando ambos conjuntos, pues mucho se ha dicho ya sobre ello recientemente, pero sí quiero señalar lo que, a mi parecer, podemos haber perdido.

En las últimas temporadas hemos visto cómo el Cáceres Patrimonio de la Humanidad y el Nissan Al-Qázeres se han afianzado en sus respectivas ligas. Los aficionados del pabellón Multiusos y del Juan Serrano Macayo hemos disfrutado de un baloncesto de gran nivel semana tras semana. Por nuestros pabellones hemos visto pasar a algunos de los talentos más prometedores del futuro del baloncesto español, hemos observado de cerca a campeonas de la WNBA, pero sobre todo, nos hemos sentido identificados con unos colores, con un sentimiento, con una pasión que nos ha llevado a hacer muchos kilómetros para estar lo más cerca posible de ello y ser testigos directos.

Sin embargo, en este verano que estamos a punto de comenzar se nos presenta un panorama para el cual nadie parece estar preparado. Si bien ambos conjuntos podrían estar trabajando ya en un nuevo proyecto que permita su supervivencia a corto plazo, resulta imposible no poner en cuarentena todos esos pensamientos positivos. Es obvio que la economía de ambos planteles se va a ver diezmada, muy castigada por las consecuencias que este ‘bichito’ ha traído a toda la sociedad. Es entonces cuando aparece ese sentimiento de incertidumbre, de no saber qué va a pasar, de tachar semanas en el calendario sin ver movimientos en firme que afiancen la confianza y la esperanza de los aficionados.

Y vendrán los miedos. Y las dudas. Y el preguntarnos: ¿tendremos baloncesto en Cáceres?

Es ahora cuando me gustaría remitirme a la frase con la que he empezado estas líneas. Todo esto duele. Duele mucho. Y no sólo duele porque nosotros, los que vemos todo esto desde fuera, podamos estar cerca de quedarnos huérfanos del balón naranja. Duele por ver cómo los esfuerzos, las ilusiones y los sueños de muchos que han dedicado a esto gran parte de su vida, tanto deportiva como personal, puedan ver cómo esa labor desaparece.

En el optimista caso de poder disfrutar del baloncesto masculino y femenino, ambos conjuntos contarán con plantillas de menor calidad para la siguiente campaña. Esto es algo en lo que la mayoría de los aficionados coincidimos. Será el momento de reciclarse, de bajar un peldaño en las escalas salariales, de apostar por ‘cantera en lugar de cartera’. Pero por encima de todo ello, también será el momento de mimar más a la afición. Los clubs sin su afición no son nada.

Decía Sergio Pérez estos días atrás en la rueda de prensa que el Cáceres Patrimonio de la Humanidad daba en los soportales del Ayuntamiento, que no se imagina el baloncesto sin público. «Si no hay público, ¿para qué jugar?», fueron sus palabras.

Es el momento de atraer al público. Ambos clubes cuentan con una oportunidad única para hacerlo viendo sus resultados en esta pasada temporada, sin importar que esos resultados hayan sido una de cal y otra de arena. Aquí puede residir el futuro de los clubes. Unos necesitan hacer creer a su público que lo vivido este año puede haber removido una brasas antaño apagadas; otras necesitan darle motivos a los suyos para volver a engancharse tras un año muy complicado. En lo que ambos deben coincidir es en que esto les debe servir para aprender. Al fin y al cabo, somos unos pocos los ‘locos’ que seguimos estando al pie del cañón temporada tras temporada, ya sea sentados en el pabellón, viendo desde la distancia los partidos o dando visibilidad a los clubes en retransmisiones o crónicas, algo que por parte de algunos debería cuidarse más.

*Narrador y comentarista deportivo.