El dombenitense Jesús Gil Manzano todavía es muy joven, pero le van saliendo sucesores en el mundo del arbitraje extremeño. Uno de los más emergentes es indudablemente Jayro Muñoz García (Navalmoral de la Mata, 24-7-1997), cuya ascensión está resultando imparable: durante años consecutivos ha sido elegido como mejor colegiado en Primera Extremeña y Tercera División. La Segunda B parece su próxima frontera, pero él se lo toma con calma.

Su vocación la encontró a los 13 años por medio de un amigo, Yassine Mamdouh. «Me llamó la atención la figura del árbitro. Poca gente la entendía. Siempre me ha gustado ser diferente, es algo que va en mi personalidad. Recuerdo aquel día: me acompañó mi padre y en la delegación me recibió Ángel Correas Castaño, mi primer delegado y la persona que más ha confiado en mí», cuenta.

Muñoz sostiene que cada árbitro «tiene sus tiempos», aunque los suyos estén resultando vertiginosos. Estuvo tres años en Primera Extremeña, desde los 16, pero cuando empezó realmente a amar el silbato fue cuando acompañó a uno de sus referentes, Carlos Sánchez Laso al Guijuelo-Sestao River, encuentro de ida de la segunda eliminatoria de la Copa del Rey de la temporada 2016-17. «Hay un antes y un después en mi carrera tras ese partido», confiesa.

Sostiene que «obviamente» es en Gil Manzano en quien más se fija, pero también le gusta «nutrirse» de otros, como el propio Sánchez Laso, Juan Gabriel Gómez Navarrete y Víctor Pavón Guillén, que también está con él en Tercera. Y tampoco pierde vista lo que hacen los jueces de otros deportes, como su amigo Carlos Ferrera Granados en baloncesto.

Sus aspiraciones pasan por «disfrutar del camino, de cada partido, entrenamiento, viaje… Es lo que aconsejo a los comienzan. Quiero pensar que con trabajo, actitud e ilusión, todo lo que uno se propone llega».

Karate y Derecho

Cuenta además con otras dos grandes pasiones: un arte marcial milenario como el karate y el Derecho, el grado que está estudiando. «El arbitraje a nivel mental te exige estar muy fuerte y el karate es el complemento perfecto. Más allá de mejoras a nivel físico, me aporta serenidad, poso, tranquilidad, seguridad…», afirma. Su preparación la complementa con la ayuda imprescindible de un entrenador de atletismo mítico a nivel regional, Manolo Ordiales, ahora en el club Arte Físico. «Es una figura clave. Estoy diariamente en contacto con él para diseñar los entrenamientos enfocados al partido para el que este designado. Las semanas en las que no tengo partido me gusta competir en carreras populares a modo de entrenamiento para exigirme más», relata Muñoz.

Respecto a los estudios, todavía no tiene claro qué hará cuando acabe la carrera. «Me gustaría estudiar un master en abogacía y/o en derecho deportivo. Cuando llegue el momento de decidir haré lo que me dicte el corazón», dice. Y es que, cierta solemnidad, deja en el aire una reflexión: «las personas que tienen su futuro muy claro me inquietan».

Del VAR a la violencia

No rehúye ningún tema. Considera que el nuevo sistema de video arbitraje (VAR) es «una apuesta valiente, del siglo XXI» y que los colegiados deben verlo «como un amigo que nos ayuda a tomar decisiones». «Es más justo para el fútbol. Hay que recordar que solo se utiliza en situaciones claras, manifiestas y decisivas para el partido. La decisión final siempre es del árbitro», remarca.

También se apunta algo que suelen decir muchos de sus compañeros de profesión: «dirigir un partido en categorías regionales es más difícil que en las nacionales». Y eso que admite que «al haber más velocidad más arriba, más complicado es decidir».

Por último, aboga por «endurecer las sanciones» para erradicar la violencia en el fútbol, pero sobre todo defiende «educar a la sociedad». «A mí grave no me ha pasado nada, pero lamentablemente sí he visto a compañeros sufrir ese tipo de situaciones. A las personas que han pasado por ellas les recomiendo que sigan luchando por su sueño, al final si pones todo en una balanza el arbitraje te da muchas más cosas bonitas», apostilla. Como a él, por lo que se ve.