FUNDACION MERIDA: Holm (16), Avila (5), Félix Ortiz (6), Alvarado (12) y Loren González (13) --quinteto inicial-- Expósito (11), Sol (8) y Chema Gómez (8).

LIALFAS ALICANTE: Cardador (20); Jorge Lledó (11), Kuko Cruza (30), Alex Gómez (8) y Beck (3) --quinteto inicial-- Quinto (0), Gallego (2), Alvaro Gómez (7), Adriasola (0), Pico (0) y Gnagbo (0).

ARBITRO: Andrés Fernández y Emilio José Muñoz.

PARCIALES POR CUARTOS: 25-20, 18-11, 13-18 y 23-32.

INCIDENCIAS: Gran ambiente.

Del sueño a la pesadilla en tan sólo tres segundos. Inexplicable pero tan cierto como doloroso. La Fundación Mérida, que mereció y acarició la LEB Plata durante 35 minutos, se dejó escapar el ascenso en el último tramo del partido, cuando roto por el cansancio no pudo parar ni a Cardador (20 puntos y 28 de valoración) ni a Kuko Cruza (30 puntos y 27 de valoración).

En ellos dos se basó Alicante para celebrar un ascenso que lo vio realmente imposible durante todo el choque gracias al trabajo en bloque del cuadro que entrena Carlos Díaz, que acabó por los suelos, con las manos tapándose la cara, llorando, como no creyéndoselo todavía.

Y cuesta de creer, porque los emeritenses gozaron de una media de 10 puntos de diferencia en el electrónico durante el 90 por ciento del partido. Empezó tan fuerte que ya al descanso parecía tener medio sentenciado el choque (43-31), gracias a la inteligente dirección de Holm y al peso en la pintura de Loren González. La tercera clave del excelente partido que se estaba marcando el Mérida era la defensa: Alicante sólo hizo un 2/15 en tiros de dos en los primeros veinte minutos. El resto fue acierto en el tiro exterior.

SEGUNDA PARTE Pero tras el descanso, aunque el Mérida continuaba manteniendo su distancia, despertaron Cardador y Cruza. El primero dirigiendo y el segundo anotando. Tan metidos llegaron los dos al último suspiro y tan fatigado el Mérida, que ellos solos se guisaron y se comieron la última jugada.

Uno abajo, sacó Cruza desde mitad de la cancha a Cardador, éste se la devolvió cuando llegó a la línea de tres y el especialista alicantino solamente tuvo que saltar y soltar la muñeca para celebrar apoteósicamente un ascenso que había estado muy lejos. Mientras, el Mérida lloraba por los suelos.

Un Mérida que se podría resumir en la soberbia dirección de Holm y en la magistral veteranía de Loren González en la pintura. Pero sería tan cierto como injusto. Porque el Mérida fue tan bloque en la temporada que acabó siendo bloque en su último partido: a Holm y Loren se le sumaron los triples imposibles de Expósito, la valentía de Félix Ortiz, la calidad de Chema Gómez, el trabajo oscuro de Sol y la cabezonería de Avila, responsable de que el Mérida mantuviese al inicio del último cuarto su distancia en el marcador. Pena de últimos cinco minutos.