No son Pep Guardiola, José Mourinho, Jurgen Klopp, Arsène Wenger, Zinedine Zidane, Diego ‘Cholo’ Simeone, Ernesto Valverde, Carlo Ancelotti, Jupp Heynckes, Massimiliano Allegri, Unai Emery y, sin embargo, están muy cerca de conseguir algo que, difícilmente, van a poder conquistar cualquiera de las estrellas mundiales de los banquillos: la Copa del Mundo de fútbol. El Mundial afronta su última semana de gloria con cuatro entrenadores que han sabido imponer su estilo y administrar sus fuerzas mucho mejor que aquellos que dirigían viejas potencias (y favoritas) como Alemania, Brasil, España o Argentina.

El francés Didier Deschamps, de 49 años, aquel que más suena a oídos de los aficionados más corrientes por su extraordinaria trayectoria como futbolística, centrocampista defensivo en el OM de Marsella, Juventus y Valencia, doble campeón con Francia del Mundial-98 y Eurocopa-2000, es, sin duda, el líder de este curioso cuarteto en el que se encuentra el catalán Roberto Martínez, de 44 años, de Balaguer (Lleida), que puede hacer historia al convertirse en el primer técnico ‘extranjero’ en coronarse rey del mundo.

El grupo lo completan el inglés Gareth Southgate, de 47 años, un auténtico desconocido para el público, que ha sabido, por fin, juntar, motivar y proyectar al mundo la fuerza joven de la Premier League, el campeonato admirado por todos y, finalmente, Zlatko Dalic, nacido hace 51 años en Livno, actual Bosnia-Herzegovina, el entrenador escogido por el sabio y popular Davor Suker, flamante presidente de la federación, para enderezar la nave de Croacia en un momento delicadísimo de la fase de clasificación para Rusia-2018.

Deschamps, 'DD' para los amigos

“Debemos ser ambiciosos. Yo soy así, esa es mi personalidad", acaba de reconocer ‘DD’, como muchos llaman al seleccionador nacido en Bayona. “Así era yo de jugador y no voy a cambiar ahora. Dentro del equipo también hay jugadores con espíritu de competición que están dispuestos a darlo todo. Sin tener un espíritu fuerte, un equipo no puede tener buenos resultados a nivel internacional", sostuvo el ‘mister’ francés, que tiene contrato hasta la Eurocopa-2020 y cuyo presidente de federación, conocido como ‘NLG’, Noël Le Graet, acaba de confirmar con plenos poderes.

Didier Deschamps celebra la victoria de Francia ante Uruguay. / AP / HASSAN AMMAR

Es evidente que Deschamps posee tanto poder que, incluso, ha podido prescindir desde el primer momento del goleador madridista Karim Benzema para dar ejemplo a los demás. Pero, claro, ‘DD’ posee, como todo gran equipo, una columna vertebral impresionante con Loris, Pogba, Griezmann y Mbappé. Admirado por Emmanuel Macro (“Didier es un auténtico líder”), ‘DD’ cree que “ésta es una selección muy joven que tiene gran margen de mejorar. Cierto, le falta experiencia, pero tiene muchísima calidad y generosidad”.

Martínez, 'Bob' para los colegas

‘Bob, que tras no triunfar en el fútbol español aceptó la aventura inglesa en el Wigan en compañía de sus amigos y colegas Jesús Seba e Isidro Díaz, se aprovechó en su momento, ya crecido como técnico, del adiós de Alex Ferguson de Old Trafford. El MUnited pensó en David Moyes para el banquillo de los rojos y los ‘toffies’ contrataron a Martínez para que hiciese una brillante carrera en Goodison Park. Desde agosto del 2016 está con Bélgica y, ahora, acompañado de dos auténticos maestros, Thierry Henry, que el martes se enfrentará a su país, Francia, y uno de los grandes expertos y entrenadores de porteros, Iñaki Bergara.

Solo ha habido hasta la fecha dos seleccionadores ‘extranjeros’ que alcanzasen la final de la Copa del Mundo, sin ganarla. El inglés George Raynor, con Suecia, en Suecia-1958 (perdió ante Brasil 5-2) y el austríaco Ernst Happel, con Holanda, en Argentina-78 (perdió ante la albiceleste 3-1). Si ‘DD’ cuentan con una extraordinaria columna vertebral, ‘Bob’ posee lo que él llama "una generación prodigiosa" liderada por el jugador talismán de Guardiola en el MCity, De Bruyne, un extraordinario cerebro, pero cuyo puntal en cuartos fue el meta Courtois, seguido de Kompany, Hazard y Lukaku.

Roberto Martínez y Thierry Henry celebran su clasificación para semifinales. / GETTY / CATHERINE IVILL

Hay quien dice que la estrategia ideada por Martínez y Henry, exazulgrana pícaro y aprendiz adelantado del 'noi de Santpedor', ante Brasil fue un golpe mágico del tándem belga. 'Bob' sorprendió a Tite con su 4-3-3. Aparcó el 3-5-2, pero no solo eso: alejó a Lukaku de la punta del ataque, desplazándolo hacia la derecha, para atacar el espacio que a menudo dejaban libre Marcelo y obligar así a que Miranda a abandonase el eje de la defensa.

Ese movimiento, con el que Martínez acomodó a De Bruyne como falso '9', recordó al encaje que Guardiola le dio a Messi en el Barcelona. El cerebro belga se movió con gran soltura ante la ‘canarinha’, con Hazard y Lukaku en los flancos, provocando, no solo el funcionamiento perfecto del ‘team’ belga, sino su gol, nacido de una prodigiosa arrancada brutal, enorme, del 9 de United.

El chaleco de Southgate

“No somos un producto acabado”, explica el británico Gareth Southgate de su dura, organizada, hermética y joven selección inglesa. “Aún no tenemos jugadores de clase mundial reconocida sino un equipo joven que se prepara para jugar lo mejor posible a nivel mundial. Sabemos que seremos mejores en los próximos años, pero no pensamos desaprovechar la ocasión que se nos presenta ahora”, indica el exdefensa del Crystal Palace, Aston Villa y Middlesbrough, donde también ocupó su banquillo.

Gareth Southgate, seleccionador inglés, sonrie y saluda a la hinchada británica. / GETTY / ALEX MORTON

or fin, dicen los expertos, los inventores del mundo han podido demostrar su potencial en una gran competición, cosa que no ocurría desde hace tiempo, liderados por el goleador Kane, un portero sorpresa como Pickford y el hábil Sterling delante. “Aún no hemos escrito nuestro último artículo”, señala Southgate, cuyo chaleco (tercera pieza del uniforme de la selección inglesa) se ha puesto tan de moda que se ha agotado ya dos veces en los almacenes Marks&Spender, por 73 euros la pieza. “No soy un icono de la moda, no soy David Beckham, no, soy entrenador de fútbol”, le dijo hace tres días el ‘mister’ de los semifinalistas mundiales a la BBC. Cuentan que Southgate obligó a sus jugadores, tras eliminar a Colombia en octavos de final, a permanecer de fiesta, charla, debate o tertulia, hasta las seis de la mañana, en la concentración de Repino “porque es una gran gesta y hay que recordarla ¡ya mismo!”

Dalic, el escogido por Suker

“Hemos venido para hacer grandes cosas”, dijo desde el primer día el azulgrana Rakitic, el hombre que, marcando el último penalti en la tanda ante Rusia (como ya hizo en la serie ante Dinamarca), clasificó a sus amigos para estas semifinales históricas. Y eso que, en el 2014, recién fallado un máximo castigo en Vallecas, el croata reconoció en el programa ‘Espacio reservado’, de Canal+, que su suegra le había enviado a su móvil una foto de su perro con la leyenda “éste tira los penaltis mejor que tú”.

Rakitic y, cómo no, el madridista Modric son las claves de esa ingeniosa y disciplinada selección croata, obra de Zlatko Dalic, que supo liberar a las dos grandes estrella del Barça y Real Madrid del corsé que les había impuesto sobre el césped el anterior seleccionador, Ante Cacic. Dicen que Dalic se parece mucho a Vicente del Bosque, que es dialogante, que confía mucho en sus futbolistas y que, incluso, debate con ellos muchas de sus decisiones.

“Ahora que hemos llegado hasta aquí, sería una pena no alcanzar la final. Tenemos a todo un país detrás nuestro, a miles y miles de compatriotas pendientes de nosotros, estaría bien no fallarles”, comentó, distendidamente, Dalic una vez superada la tanda de penaltis ante la anfitriona Rusia.

Hay quien cree que buena parte del éxito croata pasa, cómo no, por las botas de Modric, mejor, por su cerebro. Y es que, como ha escrito en sus columnas el exjugador croata Mario Stanic, “Modric es el embajador de Croacia, ‘el Principito’, Dios”, porque, según este improvisado comentarista, “Modric no juega a fútbol, lo predica”.