Cuando se habla de un Alemania-Austria en España la memoria se traslada inmediatamente al Mundial de 1982, cuando ambas selecciones pactaron un resultado que las clasificó para la siguiente ronda. El pulso se jugó en El Molinón, Hrubesch marcó el 1-0 en el minuto 10 y ahí acabó todo. Con el campo cantando el "¡que se besen, que se besen!", austriacos y alemanes dejaron fuera a Argelia en un tongo inolvidable. 26 años después se repite el duelo, pero con un escenario muy diferente. Esta vez no hay pacto posible. Alemania y Austria se juegan un puesto en cuartos. A los germanos les basta el empate, los anfitriones deben ganar, como ya lo hicieron hace 30 años en Argentina.

En Austria prefieren olvidar aquel episodio del 25 de junio de 1982. Entonces también se trataba del último partido de la primera fase. La FIFA abrió una investigación, pero nunca llegó a ninguna conclusión. Algunos protagonistas reconocieron después el "pacto de no agresión", mientras que otros, como Paul Breitner, jamás aclararon el tema. Mejor callar que mentir.

El milagro de Córdoba

Algunos protagonistas de aquella cita, como Herbert Prohaska (exjugador de Inter, Roma y Austria de Viena) y el exazulgrana Hans Krankl analizan la Eurocopa en los medios austriacos. Prohaska es la estrella de la ORF, mientras que el exdelantero, que acabó de líbero en el tongo de 1982, expresa sus opiniones en el rotativo sterreich. "Ganaremos 3-2. Hay que olvidar el pasado y escribir de nuevo la historia", proclama.

Desde que Vastic marcó el tanto del empate de Austria ante Polonia una imagen se repite sin parar: el último gol de Krankl ante Alemania en el Mundial de 1978 (3-2). En aquel partido también estaba Josef Hickersberger, actual seleccionador. Han pasado 30 años y todos los austriacos sueñan con repetir la hazaña. La excitación se palpa en todos los sitios: desde Innsbruck a Viena. Nada haría más feliz a los austriacos que batir a su máximo rival. Es cuestión de honor.

Aunque las relaciones financieras y culturales entre ambos países son buenas, existe una clara rivalidad en el ámbito deportivo. Los austriacos están hartos de las burlas de sus vecinos. "Los alemanes hablan mucho, pero hacen poco", asegura Clemens, un aficionado muy optimista. En la misma línea se muestra Andreas Herzog, exjugador del Bremen y asistente de Hickersberger.