Robert bin Laden no es un primo del hombre más buscado del planeta. Es el sobrenombre que el reportero del Sunday Mirror Bob Graham asegura haber utilizado para trabajar como conductor para la organización de los Juegos Olímpicos.

El reportero británico, que también dice haber utilizado el falso nombre de Michael Mouse, firma un reportaje publicado ayer por el dominical del Daily Mirror en el que llega a afirmar que en la ceremonia de apertura del viernes estuvo a menos de 25 metros de algunos de los mandatarios invitados a la ceremonia, entre ellos el primer ministro británico, Tony Blair. Es decir, que lo tuvo muy a tiro.

"La seguridad en estos Juegos es un escándalo de proporciones olímpicas", escribe Graham, utilizando una terminología sensacionalista en todas sus afirmaciones. El redactor se atribuye además la colocación de varias bolsas en los alrededores del estadio, en las que había depositado previamente plastilina gris "y piezas eléctricas como las que se usan para fabricar una bomba, sin que nadie las detectara".

REACCION INDIGNADA Por supuesto, el Comité Organizador (ATHOC) ha puesto en duda el contenido del reportaje y su credibilidad. Su portavoz, Michel Zaharatos, lo ha calificado de "periodismo basura". Zaharatos ofreció ayer una serie de datos con el fin de reforzar la confianza en la seguridad de los Juegos. Entre otras cosas, afirmó que las biografías y la identidad de todos y cada uno de los trabajadores y voluntarios en Atenas 2004 han sido debidamente analizados antes de ser admitidos. Y que los perros utilizados por la policía en ningún momento han detectado ningún paquete o bulto sospechoso. Y menos aún con el contenido citado por el reportero. Pero lo que sí ha habido es alguna amenaza de bomba falsa.

El periodista asegura en su reportaje que ha estado trabajando como conductor de una furgoneta que repartía hielo entre los trabajadores y que salía y entraba de las obras sin que nadie registrara su cargamento. La organización de Atenas 2004 se va a gastar 1.200 millones de euros en seguridad, cuatro veces más de lo que se empleó hace cuatro años en Sydney.