Más arena, más dunas, más problemas de navegación, más aventura. El Rally Dakar recupera la esencia de las primeras carreras africanas y lo hace junto a la Meca, en el desierto de Arabia Saudí, en un país que pretende abrirse al mundo pero que aún soporta una enorme carga de restricciones religiosas. Un elenco de campeones luchará por el triunfo número 42 en las más icónica prueba de motor offroad. Carlos Sainz, bicampeón del mundo de rallys y dos veces ganador del Dakar, es la principal baza española en la categoría de coches y Fernando Alonso, el debutante, doble campeón de F1 y campeón de Resistencia, es la incógnita y el gran agitador mediático de esta particular y renovada edición.

Nada parecido a este elenco de estrellas rondaba por la cabeza de Thierry Sabine cuando se vio perdido con su 4x4 en pleno desierto del Sáhara. El aventurero francés vio en su odisea el núcleo de una competición que aunara deporte y aventura. La prueba nació en 1979 y creció en complejidad y popularidad, pero hace ya muchos años que no acaba en las playas de Dakar. Sabine falleció en un accidente de helicóptero y los problemas de seguridad sacaron a la caravana del Sáhara. Tras una década por Suramérica, un español, David Castera, ha asumido la dirección para elegir el desierto de Arabia Saudí en su intento de recuperar la esencia de la prueba.

Es verdad que el grupo ASO (organizador, entre otras pruebas, del Tour de Francia) ha encontrado en el Gobierno de Riad un apoyo económico del que no disfrutaba en Suramérica, pero no es menos cierto que el desierto de Arabia plantea paisajes y retos más próximos al espíritu dakariano.

GUÍA DE RESTRICCIONES / A pesar de su intento de apertura, el país está regido por la sharia, la ley islámica. Toda la caravana del Dakar ha sido advertida de que llegan a un país donde las libertades y garantías de sus ciudadanos distan de ser las habituales de Occidente y que aplica la pena de muerte para infinidad de delitos, algunos menores según las prácticas occidentales, como el consumo de estupefacientes. En la Guía Práctica de Arabia Saudí, se puede leer que la «importación y consumo de alcohol y productos porcinos» están «terminantemente prohibidos y sujetos a procedimientos judiciales» o que «los productos culturales importados [películas, discos, libros, etc.] deben ser compatibles con las leyes locales de decencia». «Lo que más echaré de menos será no poder llevarme el jamón ibérico que he llevado en todas las ediciones», lamenta Carlos Sainz, mitad en broma mitad en serio.

También se subraya que cualquier manifestación de afecto en público «como cogerse de la mano, puede considerarse ofensiva». «Las mujeres deberán llevar los hombros y las rodillas tapados en público»... y, sí, una docena de mujeres forman parte del elenco de 572 pilotos que arrancarán el domingo, en Yeda, para alcanzar Al Qiddiyah tras 12 etapas. Laia Sanz, Sara García, Cristina Gutiérrez y Mónica Plaza son las españolas a los mandos entre los 80 españoles que compiten. «Yo creo que es importante transmitir una imagen de calma. Tenemos una visión un poco distorsionada y será importante hacer de testigos y que todo vaya bien», explica Plaza.

NAVEGACIÓN COMPLICADA / Más allá de todo, eso, Arabia Saudí permitirá un recorrido que, según explica Castera, « en la primera semana es más de pistas, navegación, un poco de montaña, piedras. Hay terreno de arena, pero pocas dunas. Es más una navegación complicada, ese será su problema número uno. Después, en la segunda semana, empezamos con dunas y más dunas, hay poco camino, siempre fuera pista con grandes espacios abiertos... 50 kilómetros en un rumbo, 30 en otro. La dificultad va a aumentar poco a poco».

Pero lo más novedoso serán las restricciones de navegación. Nada de ayudas vía satélite, ni mapas descargados en el GPS, ni teléfonos inteligentes. Todos esos dispositivos -los equipos oficiales parecían ya una agencia de seguridad norteamericana- quedan prohibidos. El libro de ruta se entregará cada mañana media hora antes, y una cámara interior grabará a los pilotos todo el día para comprobar que no utilizan nada prohibido. Será una edición complicada, puede que más peligrosa, y eso es mucho en la disciplina más temible del motor, con casi 27 víctimas entre conductores y copilotos en 41 ediciones.

Nadie le podrá negar su valentía. No ya la de jugarse la vida, que también, sino la de poner en juego su prestigio labrado en la F-1 con incursiones en otras especialidades del motorsport. Y no le ha ido mal. Dejó la F-1 en el 2018 y arrancó 2019 con un triunfo en Daytona, al que siguió la segunda victoria en las 24 Horas de Le Mans y el título en el Mundial de Resistencia. No hay nadie más en el Salón de la Fama de la Federación Internacional con títulos mundiales en tres categorías diferentes del automovilismo (kárting, resistencia y F-1).

Ahora Fernando Alonso sube un escalón más, un salto casi al vacío, para probar fortuna en el Dakar, sabiendo que no puede haber otra especialidad más alejada de su zona de confort.