«Quiero ser futbolista profesional, y aquí está siendo un buen año para relanzarme». Lo dice, con el mismo convencimiento y soltura con el que maneja el balón, Daniel Sales Keen, ‘Dani Sales’ (Mairena del Aljarafe, Sevilla, 13 de mayo de 1998). El centrocampista del Diocesano, una de las sensaciones del año en la Tercera extremeña, está poniendo todo de su parte para coger impulso de cara a un futuro como profesional de este deporte. Por condiciones, dicen muchos, no será; por condiciones otros tantos no se explican por qué un futbolista de su categoría está en un modesto club. Él no mira hacia atrás. Sabe que tiene que currárselo.

La historia de Dani Sales es la de un jugador enamorado de la pelota, un bético de corazón de familia de estirpe de futbolistas, ya desde su padre, Emilio; su tío, Paco, o su hermano, Alex. El balón como pasión. «A ver si tengo suerte porque yo lo voy a dar todo…», desea este filigranero con pasado en el Sevilla, muy de niño, y el propio Betis. «Firmé un contrato profesional y ahí estuve tres años en el juvenil, fui a la selección andaluza y me consta que había gente que me quería, pero entre unas cosas y otras no me renovaron», lamenta este aún muy joven pelotero, clave en los esquemas del grupo de Adolfo Senso: cuatro tantos y 12 pases de gol llevan su firma.

Dani Sales no ha tenido suerte en momentos clave: una lesión cortó su progresión, pero hace un par de años debutó en Segunda B, y lo hizo con la camiseta del Ejido en Almendralejo ante el Extremadura. Ahí había llegado desde el filial del Nastic de Tarragona, el Pobla de Mafumet. «Intercambié unas palabras con Enric Gallego, que me animó, y ese es un buen ejemplo para gente como yo, que quiere triunfar en esto a base de trabajo», desvela.

Ha llamado en serio un club de Segunda B hace un par de semanas en el mercado de invierno, pero al final respetará su acuerdo con el Dioce. En Cáceres está «superfeliz, se me está valorando mucho, y eso para mí es importantísimo», comenta el jugador, capaz de encadenar controles de excelsa calidad en un partido con una naturalidad propia de la escuela bética. Su padre es el que más le ha animado. «Él siempre ha sido mi pilar esencial», no duda en decir. Evidentemente, recuerda él mismo, su madre es también clave. Su familia, recalca, es «humide no, humildísima».

Por la tarde entrena a un equipo de la cantera del Dioce. En realidad, está en lo suyo, ya que estudia por las mañanas en el Al-Qázeres para ser monitor-entrenador. «Ya veremos en el futuro», dice. Mientras tanto, él se afana en seguir progresando como jugador y también, cómo no, como persona. En su piso de Cáceres vive junto a Valentín, Jonathan y el ahora lesionado Álvaro Quintino, de su equipo. «Tenemos un gran grupo. Esa es la clave», comenta sobre la buena temporada colegial, en la zona media-alta de la tabla y firmando partidos extraordinarios. Es Dani Sales, el soñador de la pelota.