A Deco le cambió la vida, sin saberlo él, un avión que perdió Flavio Teixeira, ayudante de Luiz Felipe Scolari, entonces seleccionador brasileño. Debía asistir a un partido del Oporto para espiar al actual jugador del Barcelona. Era antes del Mundial 2002 cuando el mágico Deco, como se le conocía en Portugal, ya brillaba. Pero Teixeira no llegó a tiempo para el enlace aéreo hasta Oporto y se quedó sin ver a Deco.

Aquel día, Brasil perdió a uno de los suyos (el azulgrana nació en Sao Bernardo do Campo), para siempre. En el 2003, y cuando Deco llevaba seis años en Portugal y ya podía nacionalizarse, Scolari, que había cambiado el banquillo brasileño por el portugués, ya no tuvo que enviar a Teixeira a ningún sitio. Convenció a Deco para que vistiera la camiseta lusa justamente en un duelo amistoso contra Brasil. Quedaban ocho minutos para acabar el partido, salió Deco, marcó un gol e falta y Portugal ganó.

Los técnicos (Mourinho, Rijkaard y, por supuesto, Scolari) adoran a Deco, un futbolista que se escapa de los círculos mediáticos y que ahora, con 28 años, está ilusionado como un niño ante su primer Mundial. "Es lo más grande", afirma. Ha ganado dos Copas de Europa con dos clubs distintos (Oporto y Bar§a) demostrando que su fútbol es universal.

"En la selección me pasa un poco como en el Oporto. Tengo un poco más de libertad que en el Bar§a", reconoce el azulgrana, quien ha tenido una irregular temporada en el Camp Nou. Aunque nadie osó discutirlo. Ni siquiera Rijkaard. Scolari jamás dudó de él. Esta noche, cuando Portugal y Angola libren en Colonia un duelo que trasciende lo futbolístico, Deco se sentirá finalmente realizado.

FANTASMAS DEL PASADO Esta noche no sólo debuta Deco en un Mundial. Después de 400 años de colonización e independizarse de Portugal en 1975, Angola juega el partido de su vida. En el 2002, el gobierno de Angola y los rebeldes de UNITA firmaron el acuerdo de paz. Cuatro siglos de colonización portuguesa y casi tres décadas de sangrienta guerra civil para encontrarse en Colonia.