Asegura Gervasio Deferr que ha tenido buenas sensaciones sobre el tapiz del Estadio Nacional Cubierto de Pekín, donde se inicia mañana la competición de gimnasia. Y habrá que creerle, porque sabe de lo que habla. Hace ocho años, cuando era un pipiolo de 19, solo una promesa en ciernes, llegó a Sídney con unas sensaciones parecidas. Igual le sucedió en Atenas, hace cuatro, adonde acudió ya como una figura consagrada. El resto de la historia es conocido.

Deferr (Premiá de Mar, 1980) es el deportista más brillante de la historia del olimpismo español. El único que cuenta con dos medallas de oro en su palmarés. Si obtuviera una tercera, igualaría a la gimnasta soviética Larissa Latynina, que obtuvo tres títulos en suelo (1956, 1960 y 1964). Y eso son palabras mayores. Una auténtica leyenda olímpica. Pero eso no le altera.

"Si no gano la medalla, no pasa nada. Solo estar aquí es un orgullo para mí: quiere decir que he estado a un gran nivel durante ocho años", explica Deferr. Confía en sus fuerzas y está ansioso por tatuarse sobre la piel de su tobillo el logo de Beijing-2008, igual que hizo con el de Sídney, o con un diablo que le asoma por la cintura, regalo de su hermano tras su primer podio.

Tiene una confianza ciega en sí mismo, aunque los últimos tests realizados en el Campeonato de España y su larga ausencia de la competición por culpa de las lesiones le han dejado signos negativos. Pero cuando se pone sobre el tapiz, el talento y la competitividad le transforman.

El reto de Deferr será hoy colectivo. El objetivo que afronta es ayudar al equipo español a alcanzar la final y, al mismo tiempo, meterse entre los mejores de suelo. Deferr renuncia a buscar la final de salto, la modalidad de la que es doble campeón, para no forzar un cuerpo descoyuntado por las lesiones. Hoy hará solo un salto para mejorar la puntuación del grupo, pero renunciará al segundo, lo que le inhabilita para entrar entre los escogidos. "Si llega la medalla en suelo, pensaría: por fin, ya me lo merecía", explica.

Pero para lograr el reto y alcanzar la final que se disputará el domingo, Deferr tiene que dar antes un paso a nivel colectivo. "El objetivo claro del equipo es entrar en la final y mi compromiso queda claro por el hecho de que he renunciado a ser el abanderado en la inauguración solo para no perjudicar al equipo. Todos somos uno", afirma.

La opción Rafa Martínez

La apuesta de Deferr no será la única del potente equipo español que dirige Alvaro Montesinos. El madrileño Rafa Martínez, quinto en los Juegos de Atenas, aspira a entrar en la final del concurso completo, sin renunciar a alcanzar alguna final por aparatos, especialmente en la de suelo. "En gimnasia todo es muy complejo. Por ahora pienso en el diploma, pero no descarto estar otra vez entre los cinco primeros o entre los tres mejores", cuenta este gimnasta de 24 años, campeón de Europa en el 2005 y cuarto en el pasado Mundial.

Igual está Manuel Carballo, el pequeño de la saga de gimnastas, que completa el equipo junto a Sergio Muñoz, Iván San Miguel e Isaac Botella. "Me dijo mi hermano Jesús que aguantara para disfrutar unos Juegos", dice.