El Cacereño tendrá que vivir otra temporada más en Tercera División. Será la quinta consecutiva desde que descendió en mayo del 2016 en Linares en un playout que ponía fin a siete campañas seguidas en la categoría de bronce, la etapa más larga del club en esa categoría. Desde el fatídico día en el campo de Linarejos ha vivido cuatro intentos de ascenso que han acabado todos en frustración de un equipo y una afición que siente que su sitio está, al menos, en la tercera categoría del fútbol español.

Del Deportivo B al Villanovense, el Cacereño ha tropezado una y otra vez en los momentos decisivos tras ligas regulares más o menos brillantes. En su primer intento de ascenso (2016-2017), el único en el que ha encarado la fase para subir siendo campeón, perdió en la primera eliminatoria con el Fabril, filial deportivista, 0-0 en el Príncipe Felipe y 2-0 en Riazor. La opción de ascender por la vía rápida se le escapó y quedaba el camino largo. La repesca le emparejó con el Beasain vasco: 1-0 a domicilio y 2-1 en casa para encajar el primer batacazo. Caer al infierno era fácil, salir de él mucho más complicado.

De aquel Cacereño sigue en el club Elías Molina, aunque como parte del staff técnico tras retirarse a finales de la pasada campaña.

DOS RONDAS DEL CAMINO LARGO

El siguiente curso (2017-2018), en el que ya no fue campeón (acabó segundo tras el Don Benito) superó la primera eliminatoria contra el Churra (0-0 en tierras murcianas, 1-0 en casa), pero volvió a caer en la segunda, en esta ocasión frente al Socuéllamos, de la Tercera castellano manchega. El CPC perdió ambos partidos, 1-0 lejos de su campo y un estrepitoso 0-4 en el Príncipe Felipe. Fue un curso de mucha inestabilidad, donde el banquillo acabó comandado por Ximo Más. La herida del Cacereño no paraba de crecer, condenado otro año más a transitar por una categoría de la que quiere escapar.

Su tercer intento de ascenso, de nuevo como segundo clasificado (el campeón fue el Mérida), le llevó a un primer emparejamiento con el Formentera, cuarto del grupo balear (XI), al que no fue capaz de ganar en ninguno de los dos partidos (0-0 en la Isla Pitiusa, 2-2 en casa). La historia se repetía para un equipo que había hecho una temporada de más a menos.

El cuarto intento de ascenso ha sido el de este año, el más atípico, el del playoff exprés obligado por las especiales circunstancias de la pandemia mundial del coronavirus. Una liga inacabada dejó al Cacereño tercero y con la obligación de ganar tanto en las semifinales como en la final, ya que el empate beneficiaba al mejor clasificado, el Coria en semifinales y al Villanovense en la final. «No es fácil jugar dos eliminatorias donde tienes que ganar sí o sí; es muy complicado», dijo Julio Cobos tras perder la final del sábado.

Con más o menos apuros cumplió el CPC en la primera eliminatoria, ganando al Coria gracias a un tempranero gol (min. 2) de Ezequiel (0-1). Pero no pudo con el Villano, al que el empate a uno tras goles de Cristo y Teto le sirvió para volver, solo un año después de descender, a la Segunda División B. El Cacereño tendrá que seguir esperando. Su último ascenso, en el curso 2008-2009, lo persiguió durante cinco años.

«MERECEMOS OTRA CATEGORÍA»

«Lástima que solo pueda subir uno», añadió Cobos en su comparecencia post-partido, «porque los dos equipos nos merecemos jugar en otra categoría». Uno lo ha conseguido, el otro deberá seguir intentándolo en un año donde no subir supondrá un descenso, ya que en el curso 2021-2022 aparecerá una nueva categoría entre Segunda y Segunda B: la Segunda División Pro. Eso supondrá que la Tercera pasará a ser la quinta división del fútbol nacional.

Ahora se abre un tiempo de interrogantes en el Cacereño. La primera duda es la continuidad del técnico. La intención de Julio Cobos es la de seguir para volver a luchar por el ascenso. Le gustaría, además, contar con gran parte del bloque que este año no ha podido demostrar todo su potencial por la abrupta finalización de la liga regular. «Hemos perdido la eliminatoria, pero estoy muy orgulloso del equipo», recalcó en la sala de prensa del Francisco de la Hera. No omitió la crítica el preparador verde, que sabía bien que su equipo había estado flojo en el gol del Villanovense. «Hemos concedido demasiado, hemos permitido varios golpeos desde la frontal del área. Ellos han tenido además la suerte de llevarse los rebotes. Pero hemos seguido remando y fruto de ello ha llegado nuestro gol».

El equipo está «abatido», según palabras de su capitán, Alberto Delgado, que lleva tres años luchando por el ascenso con el Cacereño. «Que el empate les sirviera para ganar era una condición muy negativa para nosotros».

Ahora toca hacer borrón y cuenta nueva y prepararse para una Tercera atípica, con 22 equipos que se dividirán, salvo cambio de criterio, en dos subgrupos.