Plantean retos exigentes y cuentan su experiencia diaria en forma de vídeos. Así es ‘Disciplina2’, el proyecto de Alejandro Calero y Fernando Masa, dos jóvenes de Villanueva de la Serena que han decidido compartir sus anécdotas deportivas. Su primera aventura narrada consiste en viajar de Irún a Finisterre en bici, en tan sólo siete días. Para ello tendrán que pedalear desde hoy unos 130 kilómetros cada jornada y buscarse la vida para comer y dormir. Y es que la improvisación también es uno de sus principios.

«Llevamos varios años acumulando historias con este tipo de retos. Tenemos muchas idas de pinza y, muy a menudo, vivimos situaciones surrealistas. Pensamos que sería una buena idea empezar a compartir todas estas vivencias que siempre se han quedado en nuestro grupo de amigos», dice Calero. Este periodista de profesión se encarga de la parte audiovisual. En su mochila lleva dos cámaras GoPro, baterías, pilas, cables, un micrófono y un smartphone desde el que edita los vídeos que luego difunden por las redes sociales.

En el diario de a bordo que están realizando reflejan un estilo muy particular. Todos los días cuelgan un resumen de sus entrenamientos con una dosis de humor y realidad: «hacer 900 kilómetros en siete días está al alcance de cualquiera que tenga cierta preparación, hasta de un globero como yo; la clave es saber contar qué hay detrás de ese reto y transmitir lo que sentimos», añade.

Buscando límites

Pero no todo es diversión. Masa es la parte más disciplinada de la pareja. Regenta una farmacia en Lagartera (Toledo) y el tiempo que no está entre medicinas lo dedica a la bicicleta de montaña. Su pasión siempre ha sido el deporte y nunca encuentra motivos para dejar de entrenar. «Para ser mejor cada día, en todos los aspectos de la vida, hay que buscar los límites», argumenta.

Suya es la responsabilidad de la parte mecánica y de organización de las etapas. Por eso va cargado con el GPS, y herramientas como desmontables por si hay pinchazos, una llave multifunción, bombonas de CO2, cámaras, un tronchacadenas, un eslabón, pastillas de freno de repuesto y cera, mucha cera para lubricar las bicis. 10 kilos a la espalda que añaden más dificultad a la ruta.

Fernando también se encarga de reservar los albergues en los que van a dormir. Lo gestionan a mediodía, cuando acaben la parte más dura de la etapa. Y es que la intención de los aventureros es empezar a rodar de noche, sobre las 5 de la madrugada. «La idea es hacer todos los kilómetros posibles por la mañana para descansar más y tener tiempo de reacción por si hay algún problema», dice el boticario.

Sin una fuerte amistad, dicen, sería imposible cumplir con sus objetivos. «Cuando haces grandes esfuerzos y convives durante varios días, surgen pequeñas fricciones. Es inevitable. Pero aún en esas situaciones de agobio, nos echamos unas risas. Nos conocemos desde que éramos enanos y cada uno sabe hasta dónde puede llegar. Aunque somos completamente diferentes, nos compenetramos bien. El buen rollo es innegociable», sentencia Calero.

Desde luego, unidos tendrán que empezar y acabar este reto. Aunque pase lo que pase, lo compartirán y darán muestras de que en el deporte y en la vida, todo es posible con una pizca de disciplina. Todo ello se puede seguir en https://m.facebook.com/disciplina2/