Los vividos recuerdos del regional de campo a través en el Circo Romano de Mérida me inclinaban a escribir sobre dicha experiencia el día de hoy pero a veces hay que huir de lo fácil, muchas noticias se han generado alrededor de esta competición este fin de semana y poco más podría aportar en esta columna.

Prefiero irme por otro lado, más intangible, más difícil de agarrar como es el de los valores que se transmiten a través del deporte. Uno de los que más me atraen, más me gustan, por su fuerza, es el de la unión. El deporte une, en muchos aspectos y dimensiones. Aunque ahora existan Consejerías de Deporte, Concejalías, Direcciones Generales y hasta Ministerios, el deporte siempre tiene algo transversal, como una especie de pegamento en nuestra sociedad que nos permite unir multitud de facetas: cultura, salud, ciencia, ocio, actividad física, jóvenes, adultos, mayores, discapacidad - Esta visión tan multifacética a veces ha jugado en su contra pero, creo, es uno de los valores más importantes del deporte, su capacidad de cohesionar como se muestra en la película Invictus a través del rugby.

No sólo hablo a nivel instituciones, el deporte une a las personas en su práctica: entrenadores, practicantes, jueces o árbitros, espectadores; une hasta en el enfrentamiento con los rivales, haciendo que la competición y el ´fair play´ sumen esfuerzos de los contendientes por generar un gran espectáculo deportivo.

Este espíritu es muy importante para mí, esencial, y por ello siento y me duele cuando se pierde, cuando los intereses individuales, las pequeñas ambiciones y rencillas o los intentos de imponer nuestra forma de ver las cosas hacen que el deporte no sume.

Espero que el tiempo y la ilusión de los jóvenes y no tan jóvenes hagan olvidar las diferencias y el atletismo vuelva a sumar en Mérida.