Estamos acostumbrados a los deportes que vemos en televisión, sobre todo el fútbol, a veces el baloncesto, el balonmano, o cada vez menos, el atletismo. Quizás sean los más difundidos, también los más practicados, aunque eso ya no tiene tanta relación, o los más importantes en el panorama político-deportivo. Pero todo esto no quita o no debería quitar méritos a todos aquellos deportistas, entrenadores, directivos, jueces, etc. que aportan su granito de arena y su esfuerzo a otros deportes.

Otros deportes sí, más minoritarios, menos difundidos por los medios, menos conocidos en unas zonas u en otras, pero que, en el fondo, como se llama esta columna y no porque yo corra más o menos tiempo, se basan en los mismo valores que los primeros. Puedo soportar que un economista me diga que el fútbol es más rentable que el remo, que un realizador de televisión me diga que es más espectacular un partido de baloncesto que uno de béisbol, que un gestor de instalaciones me diga que mueve más gente una disciplina que otra, pero no podemos permitir que se menosprecie el esfuerzo, el trabajo y el valor de cualquier deportista sea cual sea su deporte o disciplina, olímpica o paralímpica, hombre o mujer, de mayor o nivel deportivo.

Hay valores que impregnan el deporte por el hecho de practicarlo, de intentar mejorar, de superar a los contrincantes o a si mismo y un largo etcétera de valores importantes que son lo que verdaderamente sustentan el deporte y lo hacen un gran apoyo en la formación. Por desgracia esto no lo ve todo el mundo, incluso dentro del deporte, por mirarse el ombligo, es más fácil hacer de menos a los demás que crecer uno mismo, pero ese tipo de actitudes, contrarias al espíritu del deporte, deberían ser rechazadas por los amantes del deporte.

*Atleta