Por fortuna, en Extremadura contamos con bastantes ejemplos de deportistas que alargan sus respectivas carreras hasta edades pongamos que tardías. No es muy normal que sigan compitiendo, en algunos casos al más alto nivel, gente con los 40 años ya superados, a veces de largo.

Es fundamentalmente el atletismo el deporte que suele contar con más casos de extraordinaria longevidad. Alguno, como el cincuentón calamonteño Miguel Periáñez, cuenta con medallas cada participación en las pruebas de marcha. O el no menos competitivo Manuel Unión, que hace prácticamente de todo con unos 76 años que no son nada. En los campeonatos máster tenemos a muchos atletas importantes, como la villanovense Conchi Hidalgo, la pasada semana campeona de Europa de 2.000, el también marchador Leo Toro... Hay incluso atletas que, 30 años después de haberlo sido prácticamente todo en el deporte extremeño y tras mucho tiempo inactivo, se han atrevido a volver, como el cacereño Lázaro García. Meritazo el de toda esta pléyade de deportistas corajudos, a los que nada asusta.

Hay casos especiales también como el de Quini Carrasco, incombustible paratriatleta cacereño que sigue compitiendo a nivel mundial, o Pablo Villalobos, que tras una carrera de decenas de años apura con el durísimo trail y que este fin de semana ha ganado una prueba de más de 100 kilómetros. Chapeau para el almendralejense, chapeau para todos, chapeau para el futbolista del Aceuchal Lauri, que sigue jugando en Tercera con más de 40 años.

Obligado por la actualidad, abro aquí una mención especial para la atleta Sonia Bejarano, que esta semana será nombrada gerente de la Fundación Jóvenes y Deporte de la Junta de Extremadura. Últimamente duatleta, le espera ahora un reto nada fácil: una carrera de fondo como gestora.