Ya desde que eran muy pequeñas he tenido claro que quería que practicaran deporte, daba igual cuál de ellos, y así las apuntamos a muchos: equitación, judo, fútbol, balonmano…». Habla Ángeles Aguilera, madre de la judoca internacional Ángeles López (26 años) y la futbolista del Santa Teresa Eva López (21). La vicepresidenta de la Federación Extremeña de Fútbol se muestra orgullosa de la trayectoria y el comportamiento global de sus hijas, protagonistas de una historia de amor y entrega al deporte, desarrollada también, a su modo, en el confinamiento del domicilio familiar en Badajoz.

«Hacía muchos años que no estábamos tanto tiempo juntos. Ángeles se fue con 15 años y ahora tiene 26», cuantifica la progenitora. No hay mal que por bien no venga en una familia muy unida. Tanto que hasta la propia Ángeles madre se une al grupo de la actividad física, que comanda a diario la mayor de sus hijas, graduada en Ciencias del Deporte.

Ya desde el colegio Lope de Vega pacense, las dos han seguido una trayectoria paralela con un equilibrio brillante entre las notas y el deporte. «Siempre lo he dicho: estoy muy orgullosa de las dos por todo lo que han hecho y cómo han afrontado todo», expresa la madre,

La propia progenitora estuvo, indirectamente, en el origen de ello, aunque reconozca que ella nunca fue una deportista, sí su marido, que había practicado el fútbol. «Creamos el primer club de fútbol femenino en la ciudad, el Deportivo Pacense, que fue después el Femenino Badajoz», dice Aguilera, que ha llegado a ser delegada de la selección española en los dos últimos Mundiales. En el germen del fútbol femenino de la ciudad estuvieron las tres. Después, Ángeles hija se decantó por el judo «porque iba más con mi personalidad y características», según explica.

EN LO ALTO / «Mi sueño es jugar en la Liga Iberdrola». Eva, que ha debutado en Copa Federación con su club, no así en una liga con ascenso incluido a la élite, no ceja en poder lograr su objetivo en el futuro. «Tengo un año más de contrato, abriéndose varias opciones; ya veremos, aunque está difícil», dice la guardameta, que ha terminado jugando esta temporada en el equipo filial.

«En su día fui a una convocatoria de la sub-12 y tuve que poner de qué jugaba, y me puse portera y central». Terminó bajo palos la joven deportista, que entonces ni siquiera había cumplido los diez años. Sus condiciones son «muy buenas», juzga su hermana, que en su día también fue una futbolista que prometía, en este caso como lateral y central porque Ángeles siempre ha sido metódica, dura y trabajadora. Su historial como judoca no es baladí, con medallas nacionales e internacionales incluidas y también, como Eva, un sueño muy ambicioso: ser olímpica. En Tokio no va a poder ser porque las lesiones y el cambio de categoría de peso, dice, la han lastrado en exceso. Aún tiene 26 años. ¿Con 30? Quién sabe. Ella, luchadora por antonomasia y convicción, no lo descarta, virtuosa de la pelea.

«Somos distintas», dicen las hermanas, especialmente por carácter, y su relación ha sido siempre óptima, con sus desavenencias propias de su condición. Una es más ‘estricta’ que la otra. ¿Será la edad? Puede ser, pero eso es algo que ninguna de las dos asume abiertamente. Puede que sea su propia y genuina personalidad.

JUDOCA ¿BOMBERA? / Por lo profesional también han evolucionado de diferentes maneras, aunque siempre con el denominador común del apoyo familiar a prueba de dificultades. A Ángeles le seduce, aparte de su condición de profesional de la enseñanza del deporte, la de la vocación inequívoca de la ayuda a los demás. «Me estoy preparando unas oposiciones para bombera», desvela la judoca, una deportista fiel a sus principios y a su día a día que en los próximos días volverá a pasar por el quirófano por problemas añadidos con un tornillo instalado en la intervención quirúrgica de ligamento a la que fue sometido para volver a practicar al máximo nivel su deporte.

Eva estudia Higienista Dental y, según apunta, «me gusta mucho; me apunté a un curso porque me lo comentó una amiga hace dos años y ahí estoy», al punto de plantearse su futuro profesional por esa disciplina. «A mí lo de la salud me encanta», agrega en la conversación que mantuvieron las tres protagonistas con este diario desde su domicilio pacense. El padre también tiene vocación de servicio, ya que su profesión es la de policía.

La hermana pequeña habla de la mayor en términos de respeto . «Tiene mucho mérito. Trabaja mucho, lo suyo no es fútbol, que es menos». Las horas del judo no se cuantifican en los mismos términos, pero una y otra siguen pensando en triunfar sabiendo que tienen condiciones para.

«Me está entrenando a tope», dice Eva sobre Ángeles sobre este particular día a día del confinamiento. La madre, cómplice, disfruta de tenerlas cerca, aunque ellas sepan valerse, sobradamente, de sí mismas.