15 de febrero del 2003. No fue hace tanto. El Cacereño ganaba al Cádiz por 3-2 ante 5.000 ilusionados espectadores en el Príncipe Felipe y se ponía líder del grupo IV de Segunda B. ¿Qué ha pasado desde entonces para que se produzca tal desplome? Es una tragedia de seis actos en 14 meses aciagos para el fútbol verde.El 'cisma' en el centro del campo

Algo pareció romperse unas jornadas después en Cartagena, cuando el equipo perdió un partido claramente y dos centrocampistas habituales, Jorge García y Cantos, desaparecieron bruscamente de las alineaciones. La mística de Ismael Díaz evaporó, el Cacereño dejó de ganar y terminó la liga regular en sexta posición. El sabor de boca no era malo.Verano de fichajes de escaso historial

El entrenador fue encomendado por el presidente, Félix Campo, para construir un nuevo proyecto con otra filosofía: jugadores jóvenes con contratos largos para aprovechar su progresión. Futbolistas como Joaquín, Pablo, Sergio, Alex Tejada, Santi o Diego exhibían un currículum tan escaso que incluso en varios casos se limitaba sólo a Tercera División. Los veteranos de la temporada anterior que se quedaron no fueron mayoritariamente los titulares (Cerveró, Cordón, Pelegrí, Juanma Cruz, Nacho Garrido y, por supuesto, Jorge García y Cantos), sino los reservas (Caballero, Nico...).Arranque de escaso olfato goleador

A poco de iniciarse la temporada 2003-2004 ya podían apreciarse muchas de las carencias del nuevo equipo. La principal: el gol. El Cacereño tardó seis jornadas en marcar su primer tanto --en el estadio del Villanovense (1-1)-- y siete en conseguir la primera victoria (en casa frente al Ceuta, 2-1). Lesiones como la de Julio Cobos en la primera jornada tampoco contribuían, aunque todavía existía la esperanza de ir despegando poco a poco.Leve reacción y traspaso de Enrique

Pésimos refuerzos y el camino al abismo

Tras la esperanza, el retorno a Tercera