La halterófila extremeña Loida Zabala formó parte del grupo de seis deportistas que destacaron ayer en Madrid que su doble condición de mujer y deportista paralímpica de élite se supera día a día en su vida personal para conseguir grandes éxitos a nivel internacional.

Junto a Zabala estuvieron la nadadora Nuría Marqués, la judoca Marta Arce, la atleta Sara Andrés, la triatleta Susana Rodríguez y la rider de snowboard Astrid Fina en unas jornadas en el Consejo Superior de Deportes sobre ‘Mujer y deporte’.

La deportista verata, con su silla de ruedas como eterna compañera, ha demostrado a lo largo de su carrera su potencial al llegar incluso a ganar a deportistas sin discapacidad. «Mi relación con el deporte empezó con las pesas como forma de rehabilitación. Gracias a las pesas me di cuenta que podía ser independiente. Ahora se ha cambiado la imagen femenina dentro del mundo de las pesas, aunque hace unos meses una web publicó un artículo sobre nueve ejercicios de fuerza que una mujer no debería hacer para no parecer masculina», comentó.

«Siempre tenía complejos, pero desde que hago pesas me quiero más, me siento más femenina y siento hasta donde puedo llegar. Las mujeres somos fuertes, independientes y podemos trabajar igual que un hombre. El deporte y la discapacidad me han enseñado a evolucionar como persona», añadió.

Más testimonios

Para Astrid Fina, bronce en snowboard en los últimos Paralímpicos de invierno de PyeongChang, el deporte le ha ayudado a «asimilar la discapacidad» que tiene tras perder la pierna derecha en un accidente de moto en 2009.

La triatleta gallega Susana Rodríguez, con discapacidad visual, ha encontrado en el deporte una motivación y también un registro distinto al de su profesión de médico. «No ha sido fácil mi vida, que siempre se ha basado en el trabajo. Cada día he tenido que cumplir unos objetivos», dijo.

La barcelonesa Nuria Marqués, doble medallista en Río, empezó a nadar como recomendación médica hasta que conoció el mundo paralímpico. «Hay gente que ve las medallas, pero toda la constancia que aprendes de tantos años es lo que más aplico en mi vida diaria», señaló. Su referente es, dijo, Teresa Perales.

Por su parte, Marta Arce, con discapacidad visual, descubrió el judo con 19 años y desde entonces ha participado en tres Juegos y ha logrado tres dos platas y un bronce. «Creo que las mujeres con discapacidad pertenecemos a un colectivo muy vulnerable, con alto riesgo de exclusión social, y el deporte me ha hecho ser una persona con todos los derechos», resumió.

Por último, la madrileña Sara Andrés, quinta en los 400 metros de Río, sufrió la amputación de ambas piernas. «Si no hubiera tenido el accidente hubiera seguido mi camino de otro modo. Gracias al accidente me he colocado en un sitio en el que hay muchas opciones», señaló.