Acaba 1999 y el Cacereño languidece en las últimas posiciones de la tabla en Segunda B. Aficionados y prensa pedían que las negociaciones entre Angel Carrasco, entonces presidente, y un emprendedor empresario salmatino fructificasen. Así ocurrió y Campo llegó con su aire nuevo cargado de millones y de ambiciosos proyectos que incluían llegar a Primera División. Pero ese ímpetu ya nació sin estrella: el equipo no remontó el vuelo, Eduardo Caturla y Gustavo Silva fueron destituidos y, con Vicente Campillo como técnico, se sufrió un descenso terrible, encajando un gol en el descuento del último partido ante el Betis B.