Si el Cacereño salvaba el escollo del Villanovense, seguía siendo líder y acudiría la semana siguiente, en el último partido, a jugar con el Imperio dependiendo de sí mismo para ser campeón. Los verdes completaron un partido realmente malo, como el del pasado domingo ante el mismo rival, y terminaron cayendo por 1-3. Ese día, la mayoría de los directivos del Cacereño, reunidos en el club, eran favorables al despido de Alcázar.

Todo parecía indicar que Marcos sería el elegido para afrontar la liguilla. El equipo parecía que se había quedado sin fuelle. Pero, en contra del pronóstico de la mayoría, fue el propio Marcos el que convenció al resto para que no se cesara a Alcázar, al que aún veía capacitado. El tiempo le terminó dando la razón: el técnico completó un extraordinario trabajo en la fase de ascenso, culminado con el ascenso.

Alcázar volvió a ser de la confianza de la directiva, tanto es así que cambió el panorama incluso para la Segunda B. En el avión de regreso de La Palma, Doblas ofreció la renovación al entrenador en una decisión personalísima del empresario segedano. Sin embargo, la confianza se ha ido diluyendo en el artífice del éxito desde el banquillo. A Alcázar se le ha alabado su implicación y trabajo, pero se le ha achacado su falta de ´feelling´ con un sector del club y los aficionados, que le ha terminado por costar el puesto, además de las cifras.