No será hoy, desde luego, un día normal para Sergio Dávila Godoy (Cáceres, 2001). Cumple 18 años este 22 de mayo el número uno del ranking extremeño del tenis, pero la jornada de la mayoría de edad coincidirá en el tiempo con su graduación en el Licenciados Reunidos.

Sonríen el protagonista y su padre, José Dávila, cuando se les plantea la emotividad de la doble efemérides. «Los estudios no se me dan tan bien», asume el tenista con naturalidad. Estudiará Administración de Empresas, pero sus miras están puestas en el deporte en el que está triunfando en su región. «Si no puedo ser profesional, espero dedicarme al tenis, como profesor o por lo que sea», añade.

Más de 20 títulos, el último el pasado fin de semana, avalan la trayectoria en la región de este talentoso jugador con facilidad especial para cualquier deporte. «Al final me decidí por el tenis», desvela, guiado por sus sentimientos y el contínuo impulso del Club de Tenis Cabezarrubia de su ciudad natal, su otra casa. «He jugado al fútbol, al baloncesto, al voleibol...», añade. Mientras, el padre, vocal de tenis del club, dice que realmente «desde los cinco años estaba ya con la raqueta».

Rubén Gómez, Diego Muñoz, Antonio Pulido o Juanjo Climent han guiado los pasos de este jugador que tiene en Roger Federer su gran espejo. «Es el que más me gusta, sin duda», dice con esa insultante actitud desenfadada y descarada que le distingue también en la pista, en la que destaca, afirma él mismo, por su «agresividad, aunque algunos me dicen que soy imprevisible», comenta sonriente.

No ha asistido a los torneos que le han hecho descender en el ranking nacional junior (ahora es el 28), pero ahora tiene que estar centrado en los estudios. Para triunfar en el tenis hay tiempo, parece decir, sin expresarlo, solo con los gestos, el progenitor, a quien su hijo agradece su especial dedicación. El padre, orgulloso, se congratula de que los viajes y el estar pendiente de él en los diferentes eventos y el propio día a día le han llevado a guardar una relación de mucha confianza con el deportista.

«Hay que trabajar, y él tiene mucho trabajo y muchas horas por delante», insiste Dávila padre ante la complicidad de su hijo. «Estoy alrededor de dos horas y media al día entrenando». La mayoría de edad ha llegado, y él sabe que está en el momento clave para dar el gran salto. De momento, hoy puede ser un gran día, y él se lo ha planteado así, parafraseando a Serrat.