En un pelotón de 189 corredores es muy difícil poder saludar a los amigos y conocidos durante el trascurso de las primeras etapas.

Hoy he podido hacer un poco de relaciones públicas. He buscado y he encontrado a los que todavía no había visto desde que empezamos el Tour en Londres.

Hemos charlado, nos hemos reído... Ha sido un día espectacular, para recuperar fuerzas y para no gastarlas en exceso, que todavía queda mucho. Hasta daba tiempo para relajarse, pero no demasiado, que enseguida aparece Txente García Acosta, que es el capitán, y te lanza un grito: "Venga, Oscar, arriba".

Txente se las sabe todas en el Tour. Es un tío muy experimentado y no quiere sobresaltos, porque aunque el ritmo era propio de cicloturistas, igual en el momento que estás a cola de pelotón, que es donde se va más tranquilo y sin apenas sobresaltos, se produce un corte y entonces, a sudar. Txente apenas nos ha dejado bajar a Valverde y a mí de las primeras 20 posiciones del grupo.

Cuando he llegado a la línea de meta los periodistas me han preguntado si habíamos andado tan lentos como señal de protesta por el largo kilometraje de la etapa. Qué va. Lo que ha ocurrido ha sido muy sencillo. Soplaba el viento de cara y no es habitual que en etapas tan largas como esta tan solo se fuguen dos corredores. Normalmente, una vez formada la escapada, el pelotón se toma unos kilómetros de calma, hasta que los fugados ya gozan de 10 minutos. Entonces se comienza a acelerar el ritmo y cuando queda poquito para meta los pillamos.

Pero es que hoy no han llegado a tener abierto el camino. Casi los veíamos en cualquier recta amplia. Qué lentos iban. Así que nos hemos puesto a su mismo ritmo. Lentos ellos y lentos nosotros. Parecía que Ladagnous y Vogondy no querían hacer hueco. Nosotros los dejábamos y ellos, a tres minutos. Por eso les tengo que agradecer este día de tertulia del que me han dejado disfrutar con los amigos del pelotón.