Casi un 44% de la población de Brasil es negra, pero hace ya 56 años, más de medio siglo, que no hay ningún portero de color en la selección. El último fue Moacyr Barbosa, el guardameta del Maracanazo, aquel que fue incapaz de atrapar un balón del uruguayo Gigghia y que recibió la mayor condena que se ha visto nunca en su país.

Ahora, Dida, el meta del Milan, quiere honrar la figura de Barbosa, un hombre que murió en el 2000 entre el olvido y el desprecio de sus compatriotas. "Soy feliz por romper un tabú de más de 50 años. El fue muy castigado por esa cosa horrible que le pasó en la final", dijo Dida, convencido de que a sus 32 años podrá ganar ese desafío que ha traspasado varias generaciones hasta convertirse una maldición histórica.

Condena de 50 años

A Dida le emocionó recordar a Barbosa, considerado el mejor portero del Mundial del 50. El mismo que estuvo 20 años en la élite, pero no atrapó esa pelota que se le coló junto al palo de Maracaná el 16 de julio a las 16.19 (hora de Río de Janeiro). Desde entonces, se dijo que Barbosa murió en dos ocasiones. Una en 1950. "En Brasil, la pena mayor que establece la ley por matar a alguien es de 30 años de cárcel. Hace casi 50 años que yo pago por un crimen que no cometí", contó Barbosa antes de morir en abril del 2000. Al entierro de su muerte verdadera asistieron 30 personas, sepultado por el error que jamás le permitió vivir tranquilo. "Era un gran portero, debería ser recordado por sus grandes momentos con la selección, no por aquella final", suplicó Dida.

Sabido es que a Barbosa no le dejaron entrar a la concentración de Brasil en 1993, antes del Mundial de EEUU, cuando fue invitado por un canal de televisión. "Llevénse a este señor de aquí, trae malos recuerdos". Sabido es que le regalaron en la década de los 60 la portería, con palos cuadrados, que él defendía en Maracaná. La quemó, claro. Sabido es que trabajó durante casi 20 años en la intendencia del monumental estadio que le costó la vida deportiva. Sabido es también que coleccionó siete títulos con el Vasco da Gama (Río de Janeiro).

Suplente en Japón

Todo eso es sabido porque la vida de Barbosa ha sido novelada en varios libros. "Fue un disparo disfrazado de centro. Creía que Ghiggia iba a centrar, como en el primer gol. Tuve que volver. El balón subió y bajó. Llegué a tocarla, creía que le había desviado a córner", relató durante décadas Barbosa. "Cuando escuché el silencio del estadio, me armé de coraje y miré para atrás. Ahí estaba la pelota", explicó. Allí había 200.000 personas sepultadas por ese silencio. Otros 100 millones de brasileños se quedaron congelados por la escena.

Entonces, Barbosa, el mejor portero de su generación, considerado por muchos críticos como el mejor que ha tenido Brasil en su historia, desapareció. Se rompió la pierna contra el Botafogo (1953) y no fue al Mundial de Suiza-54. Desde entonces, el vacío. Hay clubs en Brasil que no han tenido nunca un portero negro. Nunca. En la selección tampoco.

Hasta que llegó Dida, que fue suplente de Marcos (Palmeiras) en Japón hace cuatro años. "Quiero contribuir a que aquello sea definitivamente olvidado", contó Dida. "Quiero ser titular en la Copa del Mundo, jugar y ser campeón para colaborar en ello. Quiero hacer lo máximo para que esto sea realidad", añadió el meta, el primer negro tras Barbosa.