Un buen día, hace unos meses, Juan Bautista Pérez tuvo que tomar lo que él mismo define como la "decisión de mi vida, qué quería hacer con ella", dice con contundencia. Y el jugador de tenis de mesa eligió enfocarla sobre su deporte favorito, ese que le encumbró.

Pero no era fácil, en sus circunstancias. Durante 16 años trabajó como jefe de recursos humanos en una constructora de Almendralejo. La crisis hizo que todo fuera mal y que aquello no tuviera futuro, hasta que el pasado verano decidiera irse de mutuo acuerdo con la propia empresa.

Durante todo este tiempo, ha seguido jugando al tenis de mesa --incluso en la Escuela de Mérida y en Lisboa, en ambos casos en la máxima categoría--, pero Almendralejo era su vida. En el club de Tierra de Barros todavía continúa jugando. Y ganando, aunque sea en una categoría más baja de la que él lució tanto.

"Estoy muy orgulloso de ser también de Almendralejo, así como gallego", proclama. ¿Qué hacer? Pese a su problema físico, nunca se ha planteado recibir una pensión que, al menos, asegure su futuro económico de él y de su familia. Tiene una discapacidad en el 20 por ciento de su cuerpo.

Juan Bautista Pérez llevaba ya barruntando la solución: vivir del tenis de mesa. Redactó un proyecto, lo presentó en distintas instituciones y empresas y, al menos, recibió una ayuda clave, a la vista del balance: la de la Dirección General de Deportes de la Junta. "Me pagaron todos los gastos para viajar a Argentina y Estados Unidos".

Los resultados saltan a la vista: ya es el número 5 del mundo en su categoría, lo que le asegura su presencia en el Mundial del próximo año, a su vez antesala de su verdadero objetivo: estar en Río de Janeiro con España y, quién sabe, ganar una medalla.

"Estoy muy agradecido", dice el palista sobre el espaldarazo institucional, que le ha supuesto poder competir al más alto nivel tras la subvención recibida. Con 44 años, no disimula su ilusión. Hace 26, era el número 3 absoluto en el ranking nacional.

Hoy el reto es aún más formidable: superarse cada día hasta llegar al horizonte soñado. Todo está en buen camino a base de tesón. De trabajo. De ilusión. Su esfuerzo ha sido también recompensado recientemente en los Premios Espiga, de Caja Rural de Extremadura.

'Estrellita'

"Con 18 años era una 'estrellita' y me gustaba llamar la atención por ganar. Iba por ahí de sitio en sitio y a esas edades era el número uno. Ahora gano en otras cosas, sobre todo por la familia y, por qué no, no estaría teniendo esta conversación contigo ahora mismo", dice con humildad. Pérez también colabora con la escuela municipal de tenis de mesa, donde enseña a los niños a jugar a un deporte en el que él, hace la friolera de 26 años, veía todo desde la cima.

La historia del deportista extremeño-gallego va mucho más allá. Muy lejos queda el día en el que un médico le dijo a su madre: "Usted verá morir a su hijo entre tubos en pocos días". Ocurrió tras bajar del avión que trasladaba al deportista desde La India a Madrid. 26 años después, Juan Bautista Pérez está vivito y coleando. Y compitiendo. Y ganando. Y siendo una escuela de vida.