Luis María Parejo Camacho. Si hay un jugador carismático en el último lustro de la historia del Cáceres Patrimonio de la Humanidad, es él. El jugador almeriense, de 30 años, recibió ayer el premio que otorga la Asociación de Aficionados y votan los propios hinchas como el mejor de la temporada. Es la tercera vez que lo logra en seis temporadas en el Multiusos, pero más de eso dejó un montón de mensajes con aroma a líder espiritual, a humanidad pura.

Tanto es así que no es nada habitual oírle a un deportista confesar que ha acudido recientemente al psicólogo especializado en su área para intentar mejorar su rendimiento, despejar las ideas. Eso soltó Parejo, sin vacilar, haciendo de la debilidad una fortaleza, hablando de lo mal que lo había pasado durante esta temporada en la que tanto ha costado amarrar la permanencia en la LEB Oro. «No me importa decirlo: había que revertir la situación y he trabajado con profesionales porque son una herramienta que nos ayuda»», declaró.

Según él, ha antepuesto durante los últimos meses «el Parejo capitán al Parejo jugador» porque «lo importante era salvarnos y no pensar en mis propios números». Todos aseguran que ha operado como intermediario entre la plantilla y el entrenador, Roberto Blanco «para que hubiese ningún distanciamiento».

Parejo dio las gracias «por todo el cariño» que ha recibido de Cáceres. «Lo noto en la calle y en el pabellón. Ha sido una temporada muy complicada, pero todos juntos la hemos sacado adelante», afirmó, aunque haya habido momentos en los que ha percibido la crítica. «Siempre digo que las redes sociales son como los bares. Cada uno tiene su opinión, lo que pasa es que ahí tiene más repercusión», agregó.

Él mismo no eludió la autocrítica. «He estado muy irregular, con altibajos», asumió. Pero varios de sus mejores partidos fueron al final, cuando más caliente estaba la situación. «Es duro y se te pasan muchas cosas por la cabeza, pero ni por un segundo contemplé el escenario de que bajaríamos, ni siquiera en los peores momentos como el partido de Prat. Sabía que si éramos capaces de volver a ser nosotros, lo lograríamos. Y hasta dependimos de nosotros mismos el último día y lo hicimos bien».

Muy dispuesto a seguir

¿Y el futuro? Otros años se había hecho más ‘el interesante’, quizás a la espera de una oferta que sea mejor que el club reserva ‘a los de casa’, habitualmente por debajo de mercado. Esta vez está convencido de que se quedará, sí o sí. «Me sabría fatal irme de aquí ahora. Sería cobarde decir ‘ahí os quedáis’. Ya hablaremos si llegamos a un acuerdo, pero me gustaría formar parte de un proyecto ilusionante», anunció.

En ese barco quiere a la mayor parte de la plantilla 2018-19 y al entrenador. «Doy por hecho que Roberto se quedará. Sería injusto que no siguiera», espetó. «Ya le he dicho a él mi opinión: habría que renovar a bastantes jugadores porque sabemos lo que hemos pasado y que somos como un recién ascendido. También me gustaría un juego muy dinámico, con transiciones. Que seamos un equipo intenso, como hemos sido en los últimos partidos», añadió.

El premio se lo dedicó a su familia, fundamentalmente a su inminente esposa, Cristina, y a su hija, Celia, de apenas unos meses, y que le acompañó en la celebración de la victoria ante el Canoe y ayer mismo, en el acto. «Ah, y a Pepe también se lo dedico». Se refería al utillero Casares, un tipo muy querido en el vestuario. El ‘capi’ siempre está en los detalles.