Desde que en el 2009 abandonó en cuartos el Abierto de Australia cuando luchaba por revalidar el que por entonces era su único título de Grand Slam, Novak Djokovic nunca se había retirado a mitad de un partido en un grande. Este domingo, en el Abierto de Estados Unidos, un jugador radicalmente distinto, con 16 grandes en su currículo y el número 1 mundial, tuvo que volver a decir adiós contra su voluntad, impedido por problemas en el hombro izquierdo alrededor de los cuales mantiene un hermetismo total.

Su retirada en la cuarta ronda neoyorquina cuando perdía 4-6, 5-7, 1-2 frente a su amigo Stan Wawrinka, decimotercera de toda su carrera y sexta en un major, es un auténtico mazazo para Nole. A los 32 años, no solo ve desvanecerse, por tercera vez, su posibilidad de renovar consecutivamente título en Nueva York sino que ve estancarse, por ahora, su persecución del récord de Federer (20 grandes) y de Nadal (18).

Los irrespetuosos y según algunos analistas incluso «crueles» abucheos que le dedicaron a Djokovic muchos espectadores cuando abandonó la pista Arthur Ashe tras disputar solo 106 minutos de juego, donde sus problemas, se hicieron evidentes en 35 errores no forzados son sal en la herida abierta del campeón serbio, que este mismo año se coronó también en Australia y Wimbledon. Y aunque habló con elegancia de esos abucheos, reconocía el sueño roto: «No es secreto que tengo, por supuesto, deseo y una meta de alcanzar el mayor número de grandes y el récord de Roger».