Con ocho basta. Esto debió pensar el numero 1 del tenis mundial, el serbio Novak Djokovic, cuando saltó a la pista talismán de Rafael Nadal para intentar acabar con la increíble racha del tenista mallorquín en el Country Club de Montecarlo. Nadal llevaba ocho años consecutivos haciendo saltar la banca en el primer Masters 1.000 sobre tierra del año. El no va más, un auténtico récord en el circuito profesional.

El jugador manacorense no conocía la derrota en su principado favorito desde que en el año 2003, con 16 años, perdió ante el argentino Guillermo Coria. Al año siguiente, lesionado, no acudió a su cita, pero desde el 2005 todos sus rivales, 46 consecutivos, habían mordido el polvo de arcilla ante la pólvora que emanaba de la raqueta de Nadal. Entre ellos, Roger Federer (el suizo perdió tres de esas finales con el español) y Novak Djokovic. El serbio claudicó en el 2009 y el 2012; el año pasado, por un contundente 6-3 y 6-1.

FIN DE LA HISTORIA Pero ayer el serbio tuvo ocasión de tomarse por fin la revancha que tanto esperaba y, al amparo del país que le acoge como residente, acabó con ese pedazo de historia que había construido Nadal y evitó su novena victoria consecutiva. Un fatal inicio de partido (5-0 a favor se puso el serbio, que tuvo además cinco bolas para un redondo 6-0) condenó a Nadal, que recuperó sus mejores pulsaciones en la segunda manga, antes de cederla en un tie break en el que mostró que todavía le falta algo de ritmo. En definitiva, un 6-1 y 7-6 (7-1) que sitúa a Djokovic como el único tenista que ha sido capaz de derrotar a Nadal tres veces en finales sobre tierra batida; ya lo hizo en los partidos decisivos en Madrid y Roma en el 2011. Toda una advertencia cara a la gran cita sobre arcilla del año, el Grand Slam de Roland Garros, donde Nadal perseguirá su octava corona, la misma que buscará esta misma semana en el Barcelona Open Banc Sabadell, aunque en el club de Pedralbes no tendrá delante al actual número 1 del mundo.

Ayer sí lo tuvo enfrente, y en todo su esplendor, y Nadal pagó los siete meses y medio de ausencia por su lesión en la rodilla izquierda y, por tanto, su todavía incipiente estado de forma. Eso no le ha impedido rayar a una gran altura, con cinco finales (y tres títulos) en los cinco torneos que ha jugado desde su retorno, en febrero, en Viña del Mar (Chile). Nadal tiene ahora un mes, antes de París, para acabar de ajustar los mecanismos de su juego, cosa que intentará consecutivamente en Barcelona, Madrid y Roma antes de afrontar la gran cita de Roland Garros.

SIN LAMENTOS "No es una tragedia haber perdido después de haber ganado ocho años seguidos. Este día tenía que llegar, es normal, y en definitiva he perdido contra el mejor jugador del mundo", aseguró Nadal tras su segunda derrota (primera en una final) en Montecarlo, por la que no derramó lágrimas. Al contrario, el estado de ánimo del jugador salió reforzado después de una semana que juzga positiva y en la que, en su opinión, alcanzó su mejor tenis en la final.

"Es verdad que el cansancio me llega más rápido que antes, pero creo que estoy en el rumbo correcto. Si me hubieran dicho hace cuatro meses que habría llegado a las cinco finales en mi retorno, habría llorado de alegría. Vuelvo a jugar partidos contra los mejores y con opciones de ganar", añadió Nadal.

Djokovic, por su parte, celebró su 14º título en un Masters 1.000 (solo se le resiste Cincinatti) con una satisfacción especial. "Es una victoria muy emocional porque vivo aquí. Gracias por autorizarme a ganar al menos una vez. No es ningún secreto que ahora quiero ganar también en Roland Garros", amenazó.