Novak Djokovic besó y abrazó la pista azul de la central Rod Laver como si fuera su pequeño hijo Stefan. "Tengo una historia de amor con ella", confesó. Sobre ella conquistó su primer Grand Slam en el 2008 y ayer apuntó el 11º de su carrera, seis de ellos en Melbourne para entrar en el club de las leyendas del tenis. El número 1 se lo ganó al imponerse al escocés Andy Murray por 6-1, 7-5 y 7-6 (7-3) e igualar el récord de títulos de Roy Emerson en el torneo y, de una tacada, también los 11 grandes de Bjorn Borg y Rod Laver.

A sus 28 años, ahora apunta a igualar pronto los 14 que comparten Rafael Nadal y Pete Sampras y acercarse al récord de 17 que tiene Roger Federer. "Me siento orgulloso de estar al lado de leyendas como Emerson, Borg y Laver. Ya tengo 11 Grand Slam y eso me motiva aún más", dijo hambriento aún de más gloria tras 15 meses dominando el circuito de forma incontestable, hasta el punto de que se podría tomar un año sabático y aún regresaría como número 1 al circuito.

Y ante un rival así, Murray, número 2, cinco veces finalista en el Abierto de Australia, no encontró la fórmula para poder destronarle como hizo en las finales del Abierto de EEUU (2012) y la de Wimbledon (2013). En esa época Djokovic no era aún ese caníbal de las pistas en el que se ha convertido en los dos último años en los que ha ganado cinco Grand Slam y ha jugado dos finales en Roland Garros, donde aún tiene una asignatura pendiente.

Si alguna opción tenía Murray para romper los pronósticos favorables al serbio era atacándole para dominar el punto. Una táctica que el escocés aún no tiene asimilada ante los mejores. Murray, el mejor restador en Australia y del mundo, se encuentra más cómodo siempre a la defensiva, jugando al contragolpe.

PACIENCIA Y EFECTIVIDAD Ayer parecía que el escocés la pondría en práctica cuando a los dos minutos hizo el primer break point , en el juego inicial. Fueron fuegos de artificio. No lo concretó y Djokovic le devolvió el golpe ganando cinco juegos seguidos y cediendo solo tres puntos hasta el 5-1. A la media hora el serbio ya tenía el primer set en su marcador.

"Sabía que debía construir los puntos, ser paciente y esperar que fuese él quien tomara la iniciativa. No he podido hacerlo siempre, pero lo he conseguido en los momentos importantes", explicó Djokovic, que conoce a Murray desde los 12 años.

Y así fue. En los momentos decisivos el tenista serbio siempre se mostró más efectivo y tranquilo ante un Murray que falló demasiado (65 errores no forzados contra 41) cuando le plantó cara en la segunda manga o al final cuando, ya desesperado, forzó el tie break .

Y en esa ruleta, a cara o cruz, Murray perdió su última y desesperada apuesta con dos dobles faltas, dos errores más para darle una ventaja de 6-1 a Djokovic, que selló su carnet de legendario con un ace .