El año pasado una lesión en el codo impidió a Novak Djokovic disputar el Abierto de Estados Unidos. En 2018, el año en que ha conquistado su cuarto Wimbledon meses después de haber pasado por el quirófano, vuelve por octava vez en su carrera a la final en Flushing Meadows, y acaricia hacer un triplete de los dos últimos grandes del año seguidos. En semifinales se impuso a Kei Nishikori 6-3, 6-4 y 6-2 en 2 horas y 22 minutos, un partido cómodo y salpicado de brillo en su lado de la red del que dijo: «No sé cómo se veía pero se sintió realmente bien». Y hoy luchará por su tercer título neoyorquino y decimocuarto grande frente a Juan Martin del Potro, el argentino que obtuvo en Arthur Ashe su único título de grande en 2009 y se clasificó tras la retirada de Rafael Nadal, por los problemas en su rodilla derecha.

«Odio retirarme, pero seguir un set más así hubiera sido demasiado», explicó el español, que en el momento de la retirada perdía 7-6 y 6-2. Nadal sintió un «pinchazo» en el cuarto juego, cuando el marcador era 2-2, y dijo que trató de ver durante un tiempo si sus sensaciones mejoraban, pero la evolución fue negativa.