Si hubiese marcado el penalti que tuvo en la semifinal ante el Atlético de Madrid en Múnich probablemente el equipo de Guardiola habría jugado la final y, quién sabe, puede que el Madrid no hubiese conquistado la undécima. Xabi Alonso había adelantado al equipo germano con una falta desviada por Giménez y Müller tenía en su botas el 2-0 para encarrilar la eliminatoria. Oblak lo evitó, igual que Buffon en la tanda de penaltis ante Italia, en la que falló el segundo tiro alemán, justo después del error de Zaza. Esta vez, al menos, su error no resultó determinante.

No está en su mejor momento el punta del Bayern, tan anárquico como eficaz e imprevisible. Su doble cara con Alemania resulta sorprendente. Mientras en los Mundiales es casi infalible y todo lo que toca acaba en la red, en la cita continental es un ejemplo de ineficacia. Ante Francia podría dejar la banda y ubicarse en la posición de delantero centro por la lesión de Mario Gómez. El choque de hoy se presenta como la mejor oportunidad para romper con ese maleficio en las Eurocopas.

"Ya lo dije antes del Mundial de Brasil: yo no me fijo como objetivo los goles. Lo mismo pienso ahora, pero no paran de preguntarme por ello y lo comprendo", afirma Müller.