Derell Washington suele elegir un equipo de los flojos "para que se igualen los partidos". Damon Johnson se lamenta de lo que califica como "mala suerte". Y es que Washington, más maduro, más agresivo, suele ganar siempre... en la Play Station. Encarnizadas partidas en el John Madden , un juego de fútbol americano, son lo único que parece divorciar a uno de los dúos más deslumbrantes de la LEB, el que está ilusionando de nuevo a la afición del Cáceres.

FELICES

La doble D verdinegra está mostrando un acoplamiento veloz y arrollador, tanto en la cancha como fuera de ella. Sumó 55 puntos frente al Cantabria Lobos el pasado viernes ante el asombro del planeta LEB .

Pertenecen al mismo tipo de baloncestista, el jugón que levanta al público de sus asientos. Amigos inseparables, dentro de sus numerosas coincidencias culturales y personales cada uno cumple con papel: Johnson es el gracioso, el que siempre está con ganas de bromear y Washington es el serio, el que casi parece disfrutar con su fama de raro.

"Derell es muy buen jugador, puede hacer un montón de cosas y tras su lesión está haciendo un gran trabajo. Entiendo su modo de jugar, aunque todavía podemos hacerlo mejor. Aquí nos han puesto a dos ganadores juntos", afirma Damon Johnson. A su lado, su socio intenta boicotear la entrevista. "No hay que hacerle caso. Este tipo no es capaz de ganarme con la Play", cuenta.

A los dos, impenitentes trotamundos de la canasta, parece gustarles Cáceres. "He estado en sitios más pequeños", dice Johnson, que consiguió la nacionalidad islandesa gracias a sus años jugando en la gélida isla del norte de Europa. "¡Allí sí que hacía frío!", exclama, ahora que arrastra una pequeña gripe.

Washington es más pausado en sus respuestas, aunque tampoco disimula su admiración por su compatriota: "Es una persona muy inteligente y un jugador que puede progresar todavía. Puede jugar todavía en la ACB, porque además tiene pasaporte comunitario", analiza.

En su cabeza y en sus palabras está a menudo el recuerdo del Doncel, donde jugó hace diez años en lo que fue su primera experiencia profesional fuera de EEUU. "Es especial volver aquí. He encontrado gente a la que ya había conocido en Villanueva", dice. Los problemas económicos son lo único que le preocupa. "Con el tiempo la gente vendrá más a vernos. Vamos a darles lo que quieren: devolver el equipo a la ACB", promete, mientras reta con la mirada a Johnson y le amenaza con hundirle a touchdowns .