A la colección de pilotos por los que se desvive todos los fines de semana de gran premio, el doctor Xavier Mir, traumatólogo, cirujano y director de la Unidad de Mano y Codo del Institut Català de Traumatología y Medicina del Deporte (ICATME), del Hospital Universitario Dexeus-Quirón Salud, ha añadido, desde hace casi dos años, perseguir y, por fin, disfrutar de los éxitos deportivos de uno de sus pacientes más especiales, el atleta Bruno Hortelano (Wollongong, Australia, 26 años), plusmarquista español de 100, 200 y 400 metros, que, el pasado domingo, rebajó en 8 centésimas de segundo su récord de 200 metros, con un tiempo de 20.04 segundos.

Pocos días antes, el doctor Mir, artífice de las operaciones que han permitido volver a competir a Bruno, había estado cenando, en Barcelona, con Hortelano y sus padres, dos importantes científicos de biología molecular, que han vivido, con la misma inquietud, ilusión, esperanza y fe ciega que su hijo, la recuperación, no solo de su mano derecha, totalmente destrozada en un accidente (de ahí la denominación médica de ‘mano catastrófica’ que se le da a este tipo de lesión), sino de los múltiples daños que sufrió el cuerpo del atleta, entre ellos un tremendo traumatismo craneal, con herida de un palmo en la cabeza.

¿Leyó el tuit que lanzó Hortelano tras conseguir el récord de 200 metros, ese que dice “nunca dejes de soñar”? La verdad es que no soy muy de redes sociales, de tuiter y demás, pero hablé con él y, sí, estaba eufórico y muy feliz. Y, en efecto, él jamás ha dejado de soñar durante todos estos meses, años, de lucha, porque ese espíritu, esa determinación y, sobre todo, el convencimiento de que saldría adelante ha sido determinante para superar el trágico accidente que sufrió.

¿Supongo que debe estarle eternamente agradecido? El doctor Antonio Navarro, que fue mi maestro, me decía una cosa en la que sigo creyendo ciegamente y que, en el caso que nos ocupa, va como anillo al dedo: “Xavier, no te creas que nosotros curamos. Nosotros lo único que hacemos es poner las condiciones idóneas para que el organismo cure una lesión”. Es muy posible, sí, que Bruno crea que le he curado yo, o los doctores del 12 de Octubre, de Madrid, o la medicina, pero se ha curado él y solo él, que ha puesto todo y más, mucho más, de su parte para salir adelante, para creer, para trabajar durísimo, nadie puede imaginarse cuanto, en su rehabilitación, creyendo ciegamente en sus posibilidades. Bruno cree muchísimo en sí mismo. Bruno tiene una familia y un entorno espectacular, yo diría que único, y todo eso le ha ayudado muchísimo.

Bruno Hortelano compite con un guante en su mano derecha, pese a estar ya curada. / EFE / ALEJANDRO GARCÍA

Ha tenido que vivir un auténtico viacrucis, supongo. Mire, yo lo cuento siempre, porque es la auténtica realidad, pura verdad. Los deportistas de élite son los mejores pacientes del mundo. Son jóvenes, son fuertes, tienen unas ganas y una necesidad tremenda de curarse, no les da miedo nada y, créame, el quirófano intimida mucho, sobre todo si la primera operación, como ocurrió con Bruno, dura siete horas. Pero ellos no escatiman esfuerzos, medios, ni tiempo para su rehabilitación, es decir, les da igual estar dos horas en el gimnasio que doce, quieren curarse y son valientes. Y Bruno, además, cree muchísimo en sí mismo. Lo tiene todo absolutamente planificado y, sobre todo, en este caso jamás ha tenido prisa por volver a correr. Y siempre ha estado convencido de que volvería a ser el de antes, siempre.

Vamos que no le ha extrañado que, de pronto, empezase a batir récords. Perdón, de pronto, no, pues lleva casi dos años preparándose para ello. Es más, sin saber mucho de esto, sin querer meterme en su preparación, aunque habiendo seguido su rehabilitación, por cierto, en la que el fisioterapeuta Miguel Ángel Cos, del CAR, ha tenido un papel vital, puedo decirle que Bruno podría haber vuelto antes a correr, pero no quiso. Porque él no quería volver a correr; él quería volver a competir al más alto nivel y, en ese sentido, ni ha tenido prisa ni ha tenido pausa. Repito, de ahí su convencimiento, su extraordinario asesoramiento externo y su enorme capacidad de sacrificio para que, una vez en la pista, rendir como de él se espera y, por supuesto, como él se exige. Solo puedo decirle una cosa: cualquier otro hubiese lanzado la toalla, créame. Lo que ha hecho Hortelano es admirable. Más que eso, ha sido prodigioso.

¿Cómo llegó a sus manos el caso? Antes de eso, déjeme que repita la extraordinaria labor que hicieron, minutos después del tremendo accidente, los doctores del hospital 12 de Octubre, de Madrid, cuyas primeras curas, magistrales, brillantes, muy eficaces, salvadoras, sirvieron para descubrir en su mano algo que, posteriormente, resultó decisivo para su total curación. Le estoy hablando de la existencia de un germen muy agresivo, muy nocivo, denominado pseudomona, del que se le trató durante todo el proceso de rehabilitación. La tremenda honestidad y honradez de aquellos doctores hizo que les recomendasen un especialista y, aunque no les hablaron de mi, pues en España hay muchos médicos capaces de afrontar una lesión tan delicada como esta, lo cierto es que estando en Italia, en un gran premio, los padres de Bruno me enviaron las radiografías y yo las analice, antes de enviarles un washap.

Bruno Hortelano, feliz horas después de conseguir su récord de España de 200 metros lisos. / EFE / CRISTOBAL GARCÍA

¿Todo fue por washap? No, no, lo que quiero decir es que a sus padres les dije que, una vez analizado el material que me habían enviado, les informaría, por washap, de los pasos que íbamos a dar. Y, sí, según me contaron posteriormente, aquel mensaje les gustó mucho y les convenció la descripción que les hice de todo lo que íbamos a hacer aunque, lógicamente, esos pasos iban a estar en función de cómo respondiera, desde la primera intervención, el cuerpo y, muy especialmente, la mano derecha de Bruno. Tanto Hortelano como sus padres siempre me han dicho que la decisión de venir a la Dexeus fue la resolución más difícil de tomar. “La suerte está echada, saldrá bien, seguro”, me contó su padre que dijeron nada más cruzar la inmensa puerta de cristal de nuestro centro.

¿Es verdad que sus colegas le dijeron que estaba loco si cogía el caso? Es verdad, sí. Y no solo mis colegas, todos ellos grandes médicos y cirujanos, todos ellos grandísimos amigos míos, sino mucha gente de mi entorno. “Xavier, el caso es complicadísimo y tienes mucho más a perder, que a ganar”. Pero Bruno se jugaba mucho más que yo e, insisto, recordando al doctor Navarro, yo creo que debíamos poner las condiciones idóneas para que Hortelano pudiese superar su lesión.

Ha sido, sin duda, una auténtica carrera de obstáculos ¿no? Con Bruno decimos que lo suyo ha sido una carrera de vallas, aunque él no salte vallas. ¡Las podría saltar, eh! Él ha ido saltando todas las vallas que nosotros, la medicina, la rehabilitación, le hemos ido poniendo por delante. Y ha sido él quien lo ha superado todo gracias a su familia, entorno, fuerza mental, inteligencia, voluntad, sacrificio, constitución física, biológica, predisposición a curarse y enormes ganas de luchar e, insisto, volver a ser el de antes. O mejor.

¿Han tenido suerte? Hemos tenido mucha suerte, sí, pero creo que la hemos perseguido y merecido todos los que hemos intervenido en este proceso. Es evidente que, en este duro camino, pudo haberse torcido algo sin remedio, pues estábamos haciendo cosas que necesitaban un toque de fortuna para que funcionasen. Todo eso, sin hablar de lo muy conmocionado que estaba Bruno por la seria herida que tenía en la cabeza, con un grave traumatismo craneal.

Bruno Hortelano posa, divertido, ante su nuevo récord de España de 200 metros lisos. / EFE / JAVIER LÓPEZ

¿La mano derecha está totalmente curada? Totalmente curada no está, no, pero casi. Verá, antes de la primera intervención, la que duró siete horas, hablamos mucho de esa mano y, sobre todo, de su utilidad. Yo, insisto, que sé poco de atletismo, creía que para Bruno era vital recuperar esa mano al cien por cien, pues creía que se apoyaba en ella para la salida, en el arrancada. Y no, no, no es tan importante en ese sentido. Pero, sin embargo, sí es importantísima, más que eso, imprescindible, a la hora de entrenarse en el gimnasio y hacer pesas, ejercicios para fortalecer su tren superior. De ahí que, ante la imposibilidad de recuperar todos los movimientos de la mano, decidiésemos que lo importante era reconstruir por completo los huesos y tendones del pulgar, índice y medio, que son los que están totalmente recuperados y le permiten agarrar con fuerza las pesas y cualquier cosa. Al cuarto y quinto dedo de esa mano aún le falta unos 25 grados de extensión.

Lo pregunto porque como le veo competir con ese guante negro en su mano dañada…Bueno, yo creo que es más un símbolo, no sé, tal vez una manera de recordar de donde viene. El otro día, cenando, les dije que la primera vez que le vi competir con ese guante pensé en aquellos atletas negros de México-68 ¿cómo se llamaban? Eso, Tommie Smith y john Carlos ¿verdad?, los del Black Power. No sé, me imagino que es una manera de recordar su fuerza, de donde viene, todo lo que ha pasado y superado él solito. Todos los demás le hemos ayudado, sí, pero sin su capacidad mental, sin esa tremenda voluntad que le movía a trabajar para volver a ser el de antes, no hubiese salido adelante. E, insisto, tampoco sin su familia y entorno, que es extraordinario.