Aunque desde la distancia uno piensa que a esto también se acostumbra cualquiera, Lorenzo García Camacho (Almendralejo, 6 de mayo de 1961) ha vuelto feliz como niño con zapatos nuevos de Ostrava. En esa ciudad de la República Checa, la selección española de fútbol sala, de la que el extremeño es responsable médico, se acaba de proclamar campeona de Europa. Se trata del tercer título continental, y el segundo doblete si tenemos en cuenta los dos campeonatos del Mundo alcanzados, que consiguen el combinado nacional y el doctor almendralejense. "Estoy muy contento tanto en lo personal como en lo general. Claro que es un orgullo ostentar modestamente la representación de Almendralejo y Extremadura en una coyuntura tan feliz", decía ayer mientras regresaba de Madrid con algún problema a causa de la nieve que caía. La misma que a punto estuvo de aplazar el vuelo desde Ostrava: "Hasta tres veces hubo de intentar el despegue el avión hasta conseguirlo. Pero todo fue inolvidable".

Lorenzo advierte que "cada vez es más difícil el logro, porque se está terminando el ciclo y parece que la selección va a sufrir una importante reestructuración. Pero de momento estamos ahí. Lo que está haciendo Javier Lozano con este grupo es absolutamente memorable". Eso sí, "habrá que estar preparados para el cambio generacional. Mira, Rusia, nuestro rival en la final, tiene un equipo muy joven que acaba de formarse. Son candidatos a lograr títulos bastante pronto".

García Camacho recuerda las vivencias junto a Javi Sánchez, el otro extremeño de la selección hasta no hace demasiado. Ahora es Fran Serrejón quien aporta sus raíces como contramedida sentimental.

Y otro detalle de la humanidad de Lorenzo García. Si se le pregunta por las medallas dice que "las que tengo las guardo con mucho cariño. Me faltan algunas. La del año 92 en Hong Kong se la regalé a un jugador que no tenía medalla y la del 96 en España fue para Paulo Roberto, que no pudo ir por culpa de una lesión".