Lo que iba a ser la final soñada de la Copa Sudamericana de fútbol acabó en tragedia para el club brasileño Chapecoense, cuya expedición a la ciudad colombiana de Medellín dejó 71 muertos y cinco heridos al accidentarse en una montaña el avión en que viajaban. El dolor y la tristeza pronto se apoderó del mundo del deporte.

El aparato, un Avro Regional Jet 85, fletado por la aerolínea boliviana Lamia y que llevaba 77 personas a bordo, «se declaró en emergencia por fallas eléctricas» cuando se aproximaba al Aeropuerto Internacional José María Córdova de Medellín, en el noroeste de Colombia, sede del Atlético Nacional, el que hoy sería su rival y que ha solicitado a la Conmebol (Confederación Sudamericana de Fútbol) que conceda el título de la Copa Sudamericana 2016 al Chapecoense, como un homenaje póstumo a las víctimas.

El Chapecoense es el club de Chapecó, una ciudad del estado de Santa Catarina conocida por sus frigoríficos. Sus hinchas no llegan a los 8.000 en cada partido. La institución estuvo a punto de desaparecer por deudas. Renació de las cenizas y alcanzó un lugar en el fútbol de su país que sorprendió a propios y extraños. Según se conoció, la delegación del Chapecoense tuvo que cambiar de manera imprevista los planes de vuelo por una decisión de la autoridad de la aviación brasileña. Al no poder desplazarse a Medellín en un vuelo chárter se vio obligada a ir de Sao Paulo al aeropuerto de Viru Viru, en la ciudad del occidente boliviano, donde se subió al aparato CP2933 de Lamia.

Cinco supervivientes / El alcalde de La Ceja, Elkin Ospina, dijo que el avión «se partió en dos partes». Una de ellas «cayó en la mitad del cerro y la otra en el filo». Las cinco personas que lograron sobrevivir (una azafata, dos jugadores, un periodista y un directivo del equipo) estaban en la zona inferior del avión. Entre ellas están los futbolistas Jackson Follmann y Alan Ruschel, quien, al ser rescatado, preguntaba insistentemente por su familia y pedía que le guardaran la alianza de matrimonio. Los especialistas aseguran que pudieron esquivar la muerte porque el piloto alcanzó a vaciar el depósito del combustible y, de esta manera, evitar una explosión.

Del corazón de la desgracia fluían historias desgarradoras, como el vídeo divulgado por la familia del delantero Tiaguinho en que sus compañeros de equipo, en complicidad con su novia, le anuncian que será padre por primera vez. Tiaguinho tenía 22 años al conocer la noticia.

Matheus Salori, el hijo del entrenador del Chapecoense, Caio Júnior, iba a viajar a Medellín con el equipo. No pudo subirse al avión porque se había olvidado el pasaporte: «Amigos, yo, mi hermano y mi madre estamos bien. Necesitamos fuerza, pero les pedimos que nos den un poco de privacidad», declaró.

Entre los futbolistas fallecidos en el accidente el más conocido para el fútbol español es Cléber Santana, jugador del Atlético de Madrid entre 2007 y 2010. En el conjunto rojiblanco jugó una temporada y media, con una campaña de cesión al Mallorca en el curso 2008-09.

En total, el centrocampista disputó 60 partidos con el Atlético entre esas dos temporadas, 37 de Liga, nueve de Copa del Rey, ocho de Liga de Campeones y nueve de Copa de la UEFA, y marcó dos goles, uno en el torneo del KO en 2007-08 y otro en la competición liguera de 2009-10. En enero de 2010 fue traspasado al Sao Paulo. Con el Mallorca jugó 40 partidos y anotó seis tantos.

Ayer fueron muchos los equipos españoles que guardaron un minuto de silencio antes de sus respectivos entrenamientos.