Todos sabían que, cuando hubiese duelo, pulso, pelea, encontronazos, teatro del bueno, algo maravillosamente televisivo, los protagonistas no serían otros que Jorge Lorenzo (Yamaha), el campeón, el bicampeón, y Marc Márquez, el niño rebelde, el rookie , el peleón por nacimiento. Todos sabían antes de empezar esta historia que si Márquez se venía arriba, como se ha venido nada más arrancar el Mundial, el único que le daría réplica, pero réplica de verdad, hasta donde llegase su moto, sería el gladiador mallorquín. Valentino Rossi, el cuarto magnífico, está de vuelta, pero ya ha corrido las cien mejores carreras de su vida. Y Dani Pedrosa, el eterno candidato, el hombre que se equivocó en Brno y volvió a fallar ayer en Silverstone, o lo tiene todo a punto, a punto de caramelo, de dulce, o no gana, ni siquiera pelea.

Lorenzo necesitaba una victoria. Llevaba dos meses sin ganar. La necesitaba para demostrarle a Yamaha que, si vence, si aún está ahí, es por él, por su instinto asesino, porque aún tiene hambre. No por la moto, inferior a la Honda. De ahí, tal vez, quién sabe, esa butifarra lanzada a los mil vientos ingleses, y mundiales, vista en directo por 70.000 motards y millones de telespectadores. Y Márquez, el gran Márquez, el inmenso Marc, necesitaba una gesta heroica, algo que se sobrepusiese al dolor, al desgarro, al daño. Era, pues, un duelo cantado desde el mismo momento en que se supo que, en el viaje a la clínica de Silverstone, Márquez gritaba en la ambulancia: "Voy a correr, no estoy roto".

Y es que todo comenzó con sufrimiento. Y susto. Para todos. Márquez voló bajito, a ras de asfalto en el warm up , ya saben, el ensayo en el que, minutos antes de la carrera, prueban la moto. Y se dislocó el hombro izquierdo. Y se fue a la clínica volando, también bajito. En ambulancia. Y se lo pusieron en su sitio. Y salió a correr. Vaya que sí. Los tres hombros izquierdos de Lorenzo, Márquez y Pedrosa ya estaban igual. Igual de dañados. Para los dos primeros era coser y cantar. Ni se acordaban. Para Pedrosa eso es un vía crucis. Otro.

ESCAPADA DE INICIO La carrera empezó con una escapada de escalofrío. Lorenzo se fue. Visto y no visto. Siempre ocurre lo mismo. Es primerizo en todo y, sobre todo, en cuanto se apagan las luces. Entonces brilla el astro que lleva dentro. Y Márquez, infiltrado, con calmantes y con múltiples esparadrapos sujetándole el hombro, se puso tras él. Y Pedrosa se lio. Y ya se perdió la carrera. Llego hasta ellos, sí; hizo la vuelta rápida, también; pero se pasó las 20 vueltas en el balcón, los 118 kilómetros de teatro maravilloso a cargo de Lorenzo y Márquez sobre la alfombra negra de puro espectador.

Y llegó el momento esperado. Uno de los sueños del campeonato. El pulso, otro, entre Lorenzo y Márquez. Nada que ver con el de Jerez. Nada que ver con el de Brno. El dolor de Márquez igualaba la cosa. Su poderosa Honda descendía, por dolor, a la altura mundana de la M1 de Lorenzo. Se pasaron dos veces en las tres últimas vueltas. El penúltimo interior, en el último giro, fue de Márquez. Iba a ganar. Pero llegaba la antepenúltima curva. "La moto derrapó de las dos ruedas a la vez, era como si estuviese sobre el hielo, no podía tocar el freno porque me iba al suelo, y me abría, me abría, y veía que dejaba el hueco en el interior. ¡Se va a meter! ¡Se va a meter!", pensó Márquez. Y Lorenzo se metió. Y ganó.

MOTO2 Y MOTO3 El inglés Scott Redding (Kalex) dio un golpe de autoridad al imponerse en su gran premio, el de Gran Bretaña, y amplió su ventaja a 38 puntos sobre el español Pol Espargaró (Kalex), octavo, con el que pelea por el título de campeón del mundo de Moto2. El mejor español de la carrera fue Tito Rabat, compañero de equipo de Espargaró, que tras una buena remontada llegó a contactar con el trío de cabeza formado por Redding, el japonés Takaaki Nakagami (Kalex), segundo, y el suizo Thomas Luthi (Suter), tercero. Sin embargo, Rabat no pudo entrar entre los primeros en las últimas vueltas al histórico trazado del centro de Inglaterra.

En Moto3, el español Luis Salom (KTM), líder del Mundial, se impuso y amplió su ventaja en la clasificación sobre su compatriota Maverick Viñales (KTM), que salió desde la pole , pero no pudo pasar al final de la cuarta plaza. Tras Salom se clasificaron sus compatriotas Alex Rins (Estrella Galicia 0,0 KTM) y el compañero de equipo de éste, Alex Márquez.