Márquez, Lorenzo, Lorenzo, Márquez. Tanto monta, monta tanto. Mañana o mediodía. 125cc o MotoGP. Silverstone, Assen o Montmeló. Viernes, sábado o domingo. Entrenamientos libres, oficiales. Pole position , vuelta rápida o carrera. Todo empieza en el niño de Cervera y concluye en el muchacho de Palma. Moto pequeña o moto grande, 225 kms/h. o 335 kms/h. Parrillas de 32 pilotos o de 17 gladiadores. El Mundial de motociclismo empieza a temer que todo esté ya decidido. Puede sonar realmente a bravuconada, sí, pero sobre el asfalto, esté a 24 grados como estaba en Holanda o a 55 como supuraba ayer en Montmeló, hay dos tipos que han decidido imponer su ley, ganar lo máximo posible, escaparse cuanto antes, acumular el mayor número de puntos y coronarse reyes del ruido, de la gasolina, del cuero, del olor a goma quemada cuanto antes.

Marc Márquez (Derbi, 17 años, 125cc) y Jorge Lorenzo (Yamaha, 23 años, MotoGP) realizaron ayer en su Circuito de Montmeló, ante 81.426 espectadores, dos exhibiciones dignas de auténticos campeones, difíciles de imitar y que están solo están al alcance de los escogidos. Y ellos lo son. Son dos muchachos elegidos para la gloria. Y, de momento, no hay quien les tosa. Tanto que muchos temen que las audiencias de la tele se vengan abajo. De ahí que pidan a gritos que Pol Espargaró se venga arriba y que Valentino Rossi vuelva cuanto antes, sí, sí, si puede en Alemania, dentro de 15 días, aunque tenga que subirse con muletas a su Yamaha. De lo contrario estos chicos la van a liar, rompiendo récords (Lorenzo ha sumado 165 puntos de los 175 disputados) y convirtiendo las carreras en la cabalgata de los Reyes Magos.

IMPRESIONANTE Márquez, del que los ingenuos, los bobos, temieron que jamás escribirían loas, poemas épicos, rompió ayer, a los 17 años, los récords de poles consecutivas (3) y victorias en 125cc (4), que poseía el mismísimo Doctor. Ya es el más joven de la historia en lograrlo. Y lo hizo, cómo no, siendo el mejor viernes, sábado, domingo, pole, vuelta rápida y victoria. Tal vez por eso, Emilio Alzamora, su mentor campeón, se asomó al muro cuando faltaban dos vueltas y, extendiendo sus manos sobre el asfalto le pidió, le reclamó, le exigió, serenidad. Y Márquez, que nada más apagarse el semáforo al principio, se escapó de todos, le obedeció, cómo no. Como siempre. Así le va. De feliz. De veloz.

Poco después de que el Gran Premio de Moto2 se convirtiese en un festival de caídas, algunas de ellas escalofriantes, aunque sin consecuencias graves para sus protagonistas, Lorenzo apareció en la pista pensando, sin duda, en la manera que Rossi le derrotó, el año pasado, en Montmeló, protagonizando un adelantamiento virtual en la última curva.

CARRERA IMPECABLE Y como no quería más sustos, Lorenzo se fue, se escapó. Su sola presencia, no solo hizo que Rossi se dañase, y mucho, en Mugello, también ha desquiciado a Dani Pedrosa, que se coló en la primera curva (±el freno delantero no me respondióO, explicó el tricampeón); hizo que Casey Stoner (Ducati) se despistase en la misma curva que Pedrosa en la vuelta 6 y forzó de tal manera la concentración de Andrea Dovizioso, que el italiano no aguantó la presión de ir pegadito al mallorquín y rodó por los suelos con su Honda, en la vuelta 15, cuando tenía, casi garantizada, la segunda plaza del GP. Es tan bestia lo de Lorenzo que, con cinco victorias en siete carreras, ya hay quien cree que, a falta de 11 carreras, puede igualar la marca de Mick Doohan: 12 triunfos en el 97.

Así son los elegidos para la gloria. Hacen que los demás, buenos, buenos de verdad, vayan con la lengua fuera. Y, los que no se caen intentando seguir su ritmo como Nico Terol o Dovi, acaban a 4.638 segundos (Bradley Smith), a 4.996 (Pol Espargaró), a 4.754 (Dani Pedrosa) o 4.956 (Casey Stoner).

Lo grande de estos tipos, de Márquez y Lorenzo, es su frase final: "Es fácil soñar y empezar a perder".